
Una convocatoria laboral realizada por un pequeño comercio generó una gran movilización en Río Grande. Aunque la búsqueda estaba dirigida a personas con conocimientos básicos en atención al cliente, buena presencia y predisposición para el trato con el público, la respuesta superó ampliamente las expectativas.
Desde horas antes de la apertura del local, decenas de personas comenzaron a formar fila, con currículums en mano, en busca de una posibilidad de empleo. La recepción de carpetas estaba prevista entre las 14 y las 16, pero la escena de la vereda ya era un claro reflejo de la situación social: jóvenes, adultos y familias enteras esperaban con la esperanza de ser considerados para el puesto.
Entre los requisitos deseados por el comercio, se destacaba también la actitud positiva y la capacidad de generar un ambiente ameno para los clientes. Sin embargo, lo que quedó en evidencia fue algo más profundo que una simple entrevista laboral.
“Esto muestra la desesperación de muchos por conseguir trabajo. Hay chicos recién egresados, pero también personas con experiencia que necesitan mantener a sus familias”, expresó una mujer que pasaba por el lugar y se detuvo a observar la escena. “No es solo una búsqueda laboral más, es una postal de la crisis”, agregó con preocupación.
Situaciones como esta se han vuelto frecuentes en distintas ciudades del país, donde la falta de empleo formal y la creciente precarización laboral obligan a cientos a competir por un único puesto. En Río Grande, como en otros puntos de la Argentina, la demanda laboral supera ampliamente las ofertas, dejando a muchos fuera del sistema.
Más allá de la intención del comercio, que simplemente necesitaba reforzar su equipo, la jornada evidenció una problemática mayor. La necesidad de generar empleo genuino, sostenible y digno sigue siendo uno de los principales desafíos sociales y económicos del momento.
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