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Río Grande

"No cuesta nada llevárselo de nuevo a la casa, y así no ensucian nuestras costas y nuestros mares"

La contaminación costera sigue siendo una preocupación creciente a nivel mundial, y Tierra del Fuego no es la excepción. Irene Scholls, Licenciada y Doctora en Ciencias Biológicas, investigadora del CADIC y del Instituto Antártico Argentino, advirtió sobre el impacto de los microplásticos en los ecosistemas marinos y cómo estos contaminantes están afectando tanto al medio ambiente como a la salud humana.

En una entrevista reciente con Radio Provincia, Scholls explicó: “Los microplásticos son partículas de plástico de menos de cinco milímetros que ingresan al ambiente marino a través de diversas fuentes. Estas partículas no solo provienen de grandes plásticos que se fragmentan, sino también de productos cotidianos, como la ropa sintética que libera microfibras durante el lavado. Es alarmante cómo actividades que parecen inofensivas, como lavar nuestra ropa, terminan generando un impacto global”.

La investigadora también resaltó la gravedad del problema en regiones remotas como la Antártida, donde, a pesar de la aparente lejanía de la actividad humana, los microplásticos ya están presentes. “En las cercanías de la Base Carlini, encontramos microplásticos en el agua y en los sedimentos marinos. Lo más preocupante es que estas partículas están afectando a organismos que son clave en la cadena alimentaria. Esto demuestra que la contaminación no tiene fronteras”, afirmó.

En cuanto a las posibles soluciones, Scholls compartió una experiencia piloto que están desarrollando en la base científica: “Estamos probando filtros secuenciales en los lavarropas para reducir la cantidad de microfibras que se liberan al sistema de agua. Es una medida pequeña, pero creemos que puede marcar una diferencia si se implementa a gran escala”.

Sin embargo, el problema no se limita a las aguas remotas. Scholls alertó sobre las condiciones locales en Tierra del Fuego: “Si recorremos las costas de Ushuaia, especialmente en zonas cercanas al aeropuerto o en áreas más urbanizadas, la cantidad de basura es preocupante. Se encuentran desde bolsas plásticas hasta colchones. Esto es el reflejo de la falta de conciencia ambiental y de un sistema de gestión de residuos que necesita mejorar urgentemente”.

La investigadora también se refirió al impacto de esta contaminación en zonas protegidas como el Canal Beagle. “Aunque las aguas del canal parecen limpias a simple vista, nuestras investigaciones han detectado microplásticos incluso en los lugares más alejados de la actividad humana. Esto evidencia que la contaminación ya está en todas partes”, explicó.

Finalmente, Scholls hizo un llamado a la acción colectiva: “No podemos seguir ignorando este problema. Es fundamental que como sociedad reduzcamos el uso de plásticos de un solo uso, implementemos mejores políticas de manejo de residuos y, sobre todo, trabajemos en la educación ambiental. No se trata solo de proteger a la fauna marina; se trata de proteger nuestro propio futuro, porque lo que afecta al océano nos afecta a todos”.

La contaminación costera es un problema que requiere soluciones inmediatas y sostenibles. La comunidad científica, junto con la sociedad, tiene el desafío de trabajar de manera conjunta para preservar uno de los recursos más valiosos del planeta: los océanos.

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