Hasta ahora había guardado silencio y solo se sabía de ella a través de su hermano Franco Montagna, quien organizó y encabezó las marchas que se hicieron en Tolhuin reclamando justicia. Hasta que espontáneamente decidió hacerse escuchar, con nombre y apellido, y lo hizo a través de una carta abierta que envió al periodista Telmo Benítez, para que la leyera al aire en la radio tolhuinense FM Azul.
“Hoy les voy a contar mi triste y dolorosa historia sobre mi violación”, comenzó anunciando la chica nacida en Mar del Plata hace 21 años y radicada con su familia en el corazón de la isla hace 19 años.
“Todo comenzó la noche del día lunes 10 de julio de este año, cuando Julián Enrique Manzoni Albornoz me acosó de modo persistente a través de muchísimos mensajes por la app de Instagram. Uno tras otro en sus mensajes me pedía acordar un encuentro en su casa. No era ésta la primera vez que me acosaba, abusándose de ser el dueño de una heladería. Me hablaba a través del teléfono de su trabajo y me acosaba constantemente aun estando embarazada y después de haber tenido a mi hija lo seguía haciendo siempre con sus mensajes asquerosos e irrespetuosos. Comenzó en el año 2021. Fueron 2 años de acoso de este enfermo, del señorcito Manzoni, no solo a mí sino a amigas mías igual”.
Sol admite en su carta haber ido por su propia voluntad a la casa del sujeto, en un acto de ingenuidad: “Acuso al señor Manzoni de caer en su dulce trampa como una más de sus víctimas de las tantas que acosó”. Luego recuerda lo que ocurrió a partir del momento en que llegó al domicilio del hombre: “Mi violación ocurrió el lunes 10 de julio de 2023 y hoy puedo contar lo que pasó porque me salvé. Estuve al borde de la muerte. Cuando Manzoni me citó en su casa constantemente fui una víctima que cayó en sus dulces mentiras. Me hizo salir del colegio al que asisto y del que me retiré a las 21:50. Al llegar a su casa me encontré con todas las luces apagadas y música a muy alto volumen. Entonces me agarró por la fuerza y me llevó a su habitación, en donde me obligó a sacarme la ropa, terminando por abusar violentamente de mí sin ningún reparo. Yo me resistía y no podía defenderme de su fuerza. Estaba muy violento y drogado. Yo me negaba y le decía que no quería, que me estaba lastimando pero él seguía abusando sexualmente de mí. Luego me soltó y me descompensé porque había empezado a perder mucha sangre. El señor Manzoni insistió entonces en que me metiera en el baño, en la ducha. Yo sentía que me estaba muriendo. El pensaba que todo era un chiste, se reía como el muy pelotudo que es. Luego de unos 20 minutos de estar desangrándome y viéndome casi desmayada, llamó a la Policía. Escuché que entonces alguien del otro lado del teléfono le dijo que no se comprometiera con un quilombo más… La verdad es que desconozco la voz de ese policía porque si no, daría su nombre. Yo le rogaba que me llevara a la guardia del hospital pero él se negaba, no quería llevarme. Tal vez tenía miedo de que yo lo denunciara porque no era la primera ni la segunda vez que le pasaba esto de forzar a las chicas”.
Sol ingresó a la sala de emergencias del hospital modular de Tolhuin acompañada por Julián Manzoni, arribando al lugar ambos en un taxi. Pálida y con riesgo de shock hipovolémico, los médicos rápidamente decidieron que su cuadro requería de una atención de mayor complejidad, por lo que la derivaron al Hospital Regional Río Grande, adonde arribó una hora y 20 minutos más tarde. También llamaron a la Policía al considerar que las lesiones genitales que presentaba la chica eran compatibles con una agresión sexual. Afuera, en la sala de espera, Julián Manzoni era detenido.
“A la 01.10 del martes 11 de julio ingresé a quirófano, de donde salí a las 2:30. Me durmieron, suministraron oxígeno y me hicieron 7 puntos en la pared uterina debido a una grave lesión que me produjo una hemorragia interna en la vagina y después me internaron en el sector de terapia intensiva hasta el día miércoles a las 13:00” – continuó relatando la joven. Acto seguido, expresó su disconformidad con el proceder de los agentes judiciales: “Me sacaron de terapia intensiva, sintiéndome levemente un poco mejor y aunque no estaba en condiciones de declarar, entraron a la habitación tres personas del Juzgado a interrogarme sin yo estar en buenas condiciones ni estabilizada, para hacer una buena declaración”.
Finalmente, la estudiante del CENT Nro. 35 de Tolhuin, en donde cursa sus estudios secundarios en horario nocturno, describió cómo se siente a pocas semanas de los hechos: “Hoy estoy con mucha fuerza y tengo mucho apoyo, como el de mi mamá, que siempre estuvo a mi lado y que nunca me dejó sola. Ella peleó contra viento y marea por mí, como así también mi papá y hermanos. Ellos cuidaron de mi bebé que pedía por su mamá, pobrecita. Estoy confiada en que se hará una buena justicia, como debe ser. Y si estoy contando esto es porque quiero que se sepa todo y para que las mujeres no nos callemos más. No tenemos que dejar que nos maten”.
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