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Telefónica se enfrenta a una reestructuración sin precedentes en América Latina, marcando el inicio de una serie de ventas y ajustes que podrían transformar el panorama regional de las telecomunicaciones.
La compañía española, que ha sido un pilar del sector, está avanzando en un proceso de desinversión individualizado en diversos países. En Argentina, ya se han iniciado negociaciones por la venta de su filial, despertando el interés de actores como América Móvil, Liberty, e incluso la francesa Iliad. Esta decisión se inscribe en una estrategia de concentración en mercados específicos, que comenzó en 2019, cuando se anunció la creación de Telefónica Hispam para agrupar operaciones en Sudamérica, con excepción de Brasil.
Paralelamente, Telefónica contrató recientemente a JP Morgan y al bufete White & Case para gestionar la venta de su negocio en México. En ese país, la filial operó con resultados mixtos: tras registrar pérdidas significativas en 2022, el negocio móvil alcanzó ingresos de más de 1.300 millones de euros, y se beneficiaba de un acuerdo estratégico con AT&T. Se espera que la venta se concrete antes de la próxima junta anual de accionistas.
En Colombia, la estrategia también apunta a la salida del mercado. La firma presentó una solicitud de evaluación previa ante la Superintendencia de Industria y Comercio para la posible venta de su filial Coltel a la teleco luxemburguesa Millicom, en una operación que ronda los 400 millones de dólares. Este movimiento es parte de la reestructuración regional que busca optimizar la presencia global de Telefónica.
La situación en Perú es particularmente crítica. Ante crecientes desafíos regulatorios y fiscales, Telefónica del Perú, cuya filial es controlada casi en su totalidad por la matriz, ha solicitado un concurso preventivo. La empresa, que no reporta beneficios desde 2017, se enfrenta a reclamaciones de SUNAT que superan los 850 millones de dólares, lo que la llevó incluso a interponer un arbitraje internacional para reclamar más de 1.100 millones de euros por supuestos incumplimientos del Estado peruano. Para mantener operativa la filial, se habilitó una línea de crédito de casi 400 millones de dólares, aunque esto podría ser un preludio a una eventual liquidación.
Este amplio proceso de desinversión no es del todo nuevo para Telefónica. En 2020 se intentó vender la operación regional en conjunto a través de Morgan Stanley, pero la falta de ofertas adecuadas obligó a replantear la estrategia. Ahora, la empresa opta por transacciones país por país, lo que le permite concentrarse en mercados donde sigue viendo potencial, como España, Alemania y Reino Unido.
Con estos movimientos, Telefónica busca reducir su deuda y reajustar su portafolio, alejándose de mercados que han visto mermada su rentabilidad. La reconfiguración de la presencia de la compañía en América Latina podría tener efectos significativos en el sector, modificando el mapa de las telecomunicaciones y abriendo nuevas oportunidades para otros operadores en la región.
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