Eduardo y Karina se conocieron por Facebook hace dos años, en el marco de la parte más cruda de la pandemia del Covid-19 y las restricciones que por entonces imperaban en el país. Su buena conexión que hacía que las conversaciones fluyan de manera transparente derivó en los primeros encuentros y la posterior decisión de dejar de ser dos personas que salían y se divertían para convertirse en pareja.
Por lo general, y salvando excepciones, una relación amorosa entre dos personas está supeditada a ese factor en común que exista entre ambos. Los protagonistas de esta historia lo tuvieron y rápidamente lo reflejaron a flor de piel: viajar. Eduardo Hafne (55) fue años atrás mochilero en Perú, mientras que Karina Gismondi (48) recorrió gran parte de la Argentina en una de sus tantas aventuras. Hoy ambos disfrutan de un viaje único, mezclado entre el trabajo y las ganas de salir de la zona de confort e ir por nuevos horizontes.
El 12 de abril fue un día clave. Esa fecha salieron de su casa de la localidad de Olivos, en Vicente López, con destino a la provincia de Entre Ríos. El propósito del viaje era (y aún lo es) visitar diversos puntos del país, conocer a la gente que habita en cada lugar y, por supuesto, llevar su trabajo. Ellos son artesanos, y a través de los productos que comercializan solventan esta arriesgada pero atrapante aventura.
Lo curioso de este viaje en concreto es la manera de movilizarse. Una Traffic modelo 87 es el vehículo en el que ambos llevan adelante su larga recorrida. En ella hacen ruta y a la vez duermen por las noches. "La Traffic está muy bien. Estuvimos en Abra el Acay (Salta), el punto más alto de la Ruta 40 a nivel del mar y se la bancó bien. Adentro es una casita, tiene una cocina, una heladera, una mesada y la cama. Es nuestra casita con cuatro ruedas", le cuenta Karina a QUE PASA.Eduardo y Karina no viajan solos, porque a bordo del vehículo también se encuentran Pancho y Mona, sus dos perritos. El macho era de Eduardo, mientras que la hembra de Karina, quien con orgullo asegura que se han convertido "en una familia ensamblada".
Luego de pisar el territorio entrerriano, la excursión continuó su curso en las provincias de Corrientes, Santa Fe, Santiago del Estero, Salta y Jujuy. También, previamente, pasaron por diferentes pueblos de Buenos Aires como Azul, San Miguel del Monte y Olavarría, donde vive parte de la familia de Eduardo. Su objetivo es llegar a Ushuaia, atravesando toda la Ruta 40."En cada pueblo que paramos trabajamos dos o tres días y seguimos de viaje. Con eso solventamos la nafta y la comida", relata Kari, quien a la vez asegura que durante el camino van nutriéndose de diferentes conocimientos en cuanto a su trabajo: "En Añatuya aprendimos a cortar botellas y hacemos vasos artesanales. En Cafayate aprendimos el tema del engarce de piedras, entonces hacemos collares de piedras engarzadas". También, agrega, hacen pulseras de macramé y aritos. "Cada sitio te va enseñando distintas cosas", dice.
Por último, le deja un mensaje a aquel que desea emprender un viaje de estas características pero que aún, por alguna razón en particular, no se anima: "En el camino hay más gente buena que mala. Siempre la gente te va a dar una mano y hay que salir un poquito de la zona de confort". "El cuerpo sabe hasta dónde da uno, pero si te gusta viajar hay que darle para adelante, siempre", cierra.
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