
La fuga de dos internos de la Alcaldía Central ha puesto en evidencia la urgente necesidad de revisar las condiciones carcelarias en la provincia. El comisario Ciares informó que la ausencia de los detenidos se detectó hacia el mediodía, durante una ronda de control rutinaria. Pese a que se activaron de inmediato los protocolos de emergencia y se coordinó la búsqueda con distintas fuerzas de seguridad, los prófugos recién fueron localizados cerca de las once de la noche en el domicilio de la pareja de uno de ellos.
Según detalló el director del Servicio Penitenciario, los reclusos aprovecharon una puerta de emergencia mal asegurada para salir sin ser vistos. Este hecho ha puesto el foco en la precaria infraestructura y en el elevado nivel de hacinamiento que enfrenta la Alcaldía. Aunque se trata de un espacio destinado a infractores de menor gravedad, hoy alberga a más del doble de su capacidad original. Un claro ejemplo es el pabellón donde ocurrió la fuga: diseñado para tres personas, tenía nueve internos en su interior.
El panorama se complica aún más por el constante incremento de la población penitenciaria. Cada semana ingresan entre uno y dos nuevos detenidos, lo que, según Ciares, se traduce en un crecimiento anual de hasta un 23% en el número de reclusos. Para paliar el problema de la sobrepoblación, se han adaptado áreas no convencionales —como un antiguo gimnasio— y se realizan traslados periódicos desde Ushuaia hacia Río Grande. Sin embargo, el titular penitenciario reconoce que estas medidas resultan insuficientes en el mediano plazo.
La construcción de un nuevo establecimiento carcelario se perfila como la solución definitiva, pues permitiría centralizar la supervisión y mejorar el tratamiento de los internos, al tiempo que se protege la seguridad de la comunidad. De no tomarse acciones profundas y estructurales, sucesos como la reciente fuga podrían volverse más frecuentes, poniendo en juego tanto la integridad de los reclusos como la tranquilidad de la ciudadanía.
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