La Prefectura Naval Argentina emitió alertas de navegación para los navegantes del Atlántico Sur tras detectar al iceberg A23a, una inmensa masa de hielo de 3.600 km² que se encuentra a 250,5 millas náuticas al suroeste de las Islas Georgias del Sur. Con una superficie equivalente a cinco veces la ciudad de Nueva York, este iceberg es considerado el más grande del mundo y su desplazamiento hacia aguas más cálidas plantea desafíos ecológicos y de seguridad marítima.
Detección y medidas de precaución
El coloso fue identificado mediante imágenes satelitales SAR (Radar de Apertura Sintética) proporcionadas por la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE) y monitoreado por el Sistema Guardacostas. La Prefectura notificó de inmediato a la Dirección de Tráfico Marítimo, que emitió advertencias instando a los navegantes a evitar acercarse innecesariamente a la masa de hielo para minimizar riesgos.
En un comunicado oficial, la Autoridad Marítima recomendó extremar las precauciones al navegar en la zona. “Este iceberg representa un peligro significativo para la navegación, especialmente por la porción sumergida que constituye el 90% de su volumen”, explicaron.
Un gigante con historia
El A23a se desprendió de la plataforma de hielo Filchner en 1986 como parte del iceberg inicial A23, que luego se fragmentó. Durante décadas permaneció atrapado en un vórtice oceánico conocido como la Columna de Taylor en el Mar de Weddell, hasta que finalmente se liberó en 2023. Con placas de hasta 400 metros de espesor y un peso estimado de un billón de toneladas, ahora avanza hacia el Atlántico Sur, donde las aguas más cálidas acelerarán su desintegración.
El doctor Lucas Ruiz, glaciólogo del IANIGLA, destacó que este comportamiento es parte del ciclo natural de los témpanos, pero también señaló la necesidad de estudiar si el calentamiento global está influyendo en la frecuencia o magnitud de estos eventos. “Aunque es un proceso natural, el cambio climático podría estar acelerando estos desprendimientos y su impacto en los ecosistemas marinos debe ser evaluado”, afirmó.
Consecuencias ecológicas y científicas
El desplazamiento de A23a podría tener implicaciones significativas en el ecosistema marino del Atlántico Sur. Los icebergs liberan nutrientes esenciales al derretirse, lo que beneficia a las cadenas tróficas locales. Sin embargo, el oceanógrafo Andrew Meijers del British Antarctic Survey advirtió que el deshielo acelerado también puede alterar las corrientes oceánicas y afectar la vida marina que depende de estos bloques de hielo.
“Es crucial monitorear la ruta de este iceberg y analizar su impacto en el ecosistema. Queremos entender si seguirá trayectorias similares a las de otros grandes témpanos desprendidos y qué efectos tendrá su desintegración”, comentó Meijers.
Futuro del A23a
A medida que avanza hacia el Atlántico Sur, el A23a se fragmentará gradualmente en piezas más pequeñas que eventualmente se derretirán. Aunque este fenómeno no es nuevo, su magnitud y el contexto del cambio climático lo convierten en un evento digno de seguimiento científico y atención pública.
La Prefectura Naval continuará monitoreando el desplazamiento del iceberg, proporcionando actualizaciones a los navegantes y promoviendo investigaciones para comprender mejor los impactos ambientales de este gigante helado en el Atlántico Sur.
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