La nueva reserva natural provincial abarca unas 50 mil hectáreas del extremo sudoriental de la Isla Grande, su área marítima adyacente y las áreas marinas que rodean la Isla de Los Estados.
La zona, equivalente en sus dimensiones a 25 veces la ciudad de Buenos Aires, es conocida por estar prácticamente deshabitada en su totalidad y por su clima hostil que la convierten en uno de los lugares más inhóspitos del mundo.
Sin embargo, entre otras características de su ecosistema, la península reúne el 84,4% del total de turberas del territorio nacional, humedales capaces de absorber y retener carbono, y de cumplir con ello una función clave en la mitigación de la crisis climática mundial.
El sitio es capaz de almacenar 315 millones de toneladas métricas de carbono, equivalente a más de tres años de emisiones de dióxido de carbono de toda la Argentina, lo que permite mitigar las emisiones mundiales de dióxido de carbono y otros gases de efecto invernadero, principales causantes del calentamiento global.
Además de ser un sitio de naturaleza prístina, casi sin intervención humana contemporánea, la península contiene cientos de yacimientos arqueológicos con huellas de los pueblos primitivos que la habitaron hace miles de años, y restos de unos 800 naufragios producidos sobre sus costas.
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