
El cerebro humano está diseñado para detectar amenazas y garantizar la supervivencia, lo que explica por qué tiene una inclinación natural hacia lo negativo. Según expertos como el psiquiatra evolucionista Pablo Malo Ocejo, esta respuesta es adaptativa: “Los malos sucesos tienen más poder que los buenos porque ignorar un peligro puede ser el final, mientras que ignorar una oportunidad solo genera arrepentimiento”.
La función del cerebro: supervivencia
El cerebro, en su constante búsqueda de seguridad, anticipa peligros y almacena recuerdos negativos para evitar repetir situaciones riesgosas. La escritora y psicóloga Celia Antonini explica que esta inclinación hacia lo negativo es parte de nuestra naturaleza. “Valorar más lo negativo que lo positivo es normal, porque lo malo se presenta con más fuerza y poder en nuestra percepción”, asegura.
Además, el cerebro no está diseñado para promover la felicidad. “No somos educados para ser felices ni para fomentar emociones positivas, lo que dificulta alcanzar el bienestar”, agrega Antonini. Esto también explica por qué nuestra mente tiende a divagar en preocupaciones o carencias en lugar de enfocarse en recuerdos placenteros.
El impacto en la vida cotidiana
La psicología confirma que el efecto negativo tiene un peso significativo en nuestras relaciones interpersonales y emociones. Según Antonini, los conflictos o desacuerdos en una relación suelen tener más impacto que los momentos felices, un patrón que también se observa en el contenido de las publicaciones psicológicas, donde el 70% aborda temas relacionados con problemas y adversidades.
La búsqueda del bienestar: una tarea diaria
Aunque el cerebro no sea nuestro mejor aliado para encontrar la felicidad, es posible contrarrestar esta inclinación natural. Antonini subraya la importancia de trabajar activamente en nuestro bienestar emocional:
- Promover pensamientos positivos: Buscar intencionalmente lo bueno en nuestra vida.
- Mantener un estado de ánimo estable: Adoptar hábitos y rutinas que fortalezcan nuestra salud mental.
- Proyectarnos al futuro con esperanza: Enfocar la mente en metas y propósitos favorables.
Este enfoque nos recuerda que, aunque el cerebro privilegie la supervivencia sobre la felicidad, somos capaces de reconfigurar nuestra perspectiva y construir un bienestar sostenido.
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