La cita era a las 9.30 en punto y lo que se pronosticaba como una mañana lluviosa fue un comienzo a pleno sol. En las escalinatas de la Iglesia Anglicana Catedral San Juan Bautista, en pleno microcentro porteño, veteranos argentinos de la Guerra de las Malvinas esperaban en círculo la llegada de la delegación de veteranos ingleses que, por primera vez en la historia, los venían a visitar. Vestían trajes oscuros, corbatas de colores radiantes y medallas que colgaban del bolsillo en reemplazo del pañuelo. Con un apretón de manos y amplias sonrisas, recibieron a los británicos, que se presentaron vestidos con la misma elegancia. Varias mujeres también formaban parte de este círculo mayormente masculino.
Al cumplirse 40 años del inicio de la Guerra de las Malvinas, por primera vez se organizó en forma conjunta un homenaje a los caídos de ambos países. La iniciativa fue de la asociación civil La fe del centurión, una agrupación de laicos que, desde hace seis años, acompaña a los veteranos y sus familias, a los familiares de los caídos y de los fallecidos en posguerra. “Este encuentro es un gesto para el mundo”, dijo Daniel Dotonzaro, coordinador de la entidad. Si bien desde hace muchos años, excombatientes de ambos países se han reunido sin formalidad, es la primera vez que lo hacen de manera planificada y con representantes de ambos gobiernos, con un mutuo deseo de compartir y aliviar el dolor por las heridas que dejó la guerra en ambas sociedades. Suicidios, enfermedades, trastornos mentales y adicciones fueron algunas de las muchas consecuencias que marcaron las vidas de quienes combatieron en las islas y hoy, en un ámbito religioso, rezaron por ellos.La música fue también protagonista de este encuentro. Argentinos e ingleses cantaron el Himno Nacional Argentino y todas las canciones, en ambos idiomas, hablaban de la paz. Al finalizar, nuevamente ambos grupos cantaron el himno, pero esta vez de Inglaterra, todo con un ánimo de respeto e intención de que todos se sintieran bienvenidos. Los veteranos eligieron sentarse libremente y, en varios casos, podía verse a un argentino y un inglés charlando en el mismo banco. Los acompañaron representantes de las Fuerzas Armadas, organizaciones biculturales y miembros de la embajada británica.
El gran impulsor
Geoffrey Cardozo fue el gran impulsor de este encuentro, del lado inglés. Este capitán tuvo a cargo el entierro de los soldados argentinos fallecidos que yacían en las islas al finalizar la guerra y se ocupó personalmente de que cada uno tuviera los honores que merecía. En estos años, se ganó el respeto y el amor de toda la sociedad argentina, y trabaja mucho por la paz y la unión entre ambos países “como siempre fue”, dijo. Llamó a este encuentro “Vuelo hacia la amistad y la paz”, y se lo veía sonriente como anfitrión de sus colegas y compatriotas.Junto a él, Luis Puga, veterano argentino condecorado por su heroísmo, resaltó que “las Fuerzas Armadas son para defender, nunca para atacar. Porque conocimos la guerra, amamos la paz”. Ambos sellaron esta ceremonia con un apretón de manos que humedeció los ojos de quienes los rodeaban.
Al terminar la ceremonia, los veteranos de ambos países junto a sus familiares estaban mucho más mezclados que al principio. Se reían, el clima era distendido, saludaban a la gente que se había sumado a la misa. Héctor Tessey, quien fue jefe de batería en el Grupo de Artillería 3, en Puerto Argentino, expresó con tristeza que no podrán “visitar el cenotafio de Pilar porque hay algunos excombatientes que no quieren permitirlo” y lamentó que también entre ellos haya divisiones. Asistió acompañado por su mujer, la reconocida antropóloga Rosana Guber, quien tiene numerosos escritos académicos acerca del conflicto de las islas.
Al mediodía, el almuerzo los esperaba a todos en el Regimiento de Granaderos a Caballo General San Martín, en Palermo. Al llegar, la Banda Militar se presentó y les contó a todos la historia del regimiento. Inmediatamente, bajo un sol radiante y rodeados de una arboleda centenaria, los músicos interpretaron marchas tradicionales y explicaban su significado. Una voluntaria traducía simultáneamente y los veteranos escuchaban con emoción; sus cuerpos adoptaban, espontáneamente, la posición de formación. Civiles y militares ya eran un solo grupo y paseaban con distensión por los salones del histórico edificio.
James Pollock, veterano de la Guardia Irlandesa, combatió en Tumbledown y fue muy reconocido por su actuación en la guerra. Llegó al país antes que todos, junto a su mujer, Zara. Recorrieron la Patagonia y disfrutaron mucho de su primera visita. “Todos estamos contentos. Había mucha ansiedad por saber qué pasaría, pero fue mejor de lo imaginado”, expresó Zara, mientras visitan junto a veteranos argentinos las caballerizas del regimiento.
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