La guerra de Malvinas, es un hecho doloroso y sacrificado pero a la vez llena de orgullo a quienes la vivieron en carne propia. Néstor Alberto Ocampo, ex combatiente nativo de la provincia de Misiones, actualmente vive en Punta Alta le comentó al equipo de Minuto Fueguino un poco de su historia como marino de la Armada Argentina. “Fui veterano de guerra en el ‘82, fui parte de la dotación del glorioso Piedrabuena, un
o de los destructores que acompañó al crucero Gral. Belgrano”.
Aseguró que se encuentra en la ciudad por dos razones, una de ellas era por la próxima Vigilia en honor a los veteranos caídos en la Guerra de Malvinas y su segundo motivo fue visitar a sus hijos que trabajan en la ciudad. En aquel entonces, “hay mucho que contar, mucho para revivir”. Comunicó que tiene tres hijos, “tengo la suerte de tener una linda familia”, dos de sus hijos varones trabajan en el área de salud en nuestra ciudad y su hija trabaja en Punta Alta.
“Ingresé a la Armada cuando tenía 15 años, hice la escuela de mecánica en Capital Federal. La formación inicial 20 años después de pasar dos destinos anteriores fui destinado al Piedrabuena que se ha destacado junto al crucero y el destructor Bouchar a Malvinas. Cubrimos la zona del sector sur, hacíamos desde el piquete radar de control frente a Río Grande, hasta cerca de Río Gallegos, volvíamos hasta Ushuaia.” Continuó “después llegó la orden definitiva de ir a la isla, en aquel entonces en el grupo de tareas, la intención era poner en el Estrecho San Carlos al Crucero Gral. Belgrano por el poder de juego que tenía, por la zona norte donde estaban los ingleses estaba el resto de la flota encabezado por el porta avión”.
Aseguró que “en el momento de iniciar el ataque en aquel entonces, que estaba previsto, no hubo viento suficiente como para generar un viento aparente para que despegue los aviones de la cubierta del porta avión. Necesitábamos un viento aparente para que pudiéramos sacar los aviones de la pista y estaban cargados con bombas. Al no tener viento, no se podía generar el viento suficiente para que despegue, este ataque se anuló”
“Nosotros ya estábamos a 50 metros, con el crucero y el Bouchar estábamos a la vista de Islas Malvinas de zona sur. Habíamos entrado el día anterior al hundimiento del crucero a las 23:30 aproximadamente a la zona de combate, estuvimos toda la mañana y parte del mediodía”. Se había estipulado que la maniobra sería entre las 17:00/18:00 como la maniobra fue anulada, “se le ordenó al grupo de tarea volver a la zona de barrido que teníamos frente a Río Grande”.
Luego de que la maniobra se anule, “pegamos la vuelta, de acuerdo a lo ordenado, una vez que estábamos fuera de la zona de exclusión fuimos atacados por el submarino inglés, pero en el periodo anterior desde el ingreso de la zona de combate hasta el egreso de la zona de exclusión hemos tenido contacto con el submarino ‘puña radar’ que aparecieron en diferentes situaciones, pero no sabemos las razones del porque no atacaban presumo que ha sido por la formación antisubmarina que teníamos”. La formación antisubmarina consistía en que si “era atacado uno, los otros podían venir a atacar con bombas de profundidad y afectar al submarino”
Una vez que salen de la zona de exclusión “el Comandante del Crucero, mando a descanso al personal porque ya teníamos más de 24 horas”. Lamentablemente, minutos más tarde fueron atacados nuevamente por los ingleses “primeramente fue un disparo del primer torpedo, fue dirigido hacia popa del crucero, impacto en forma diagonal al barco Bouchar no detonó la cabeza pero si la carga explosiva.” De esta manera tuvieron la suerte de que no haya detonado en el casco del barco, comentó que luego pudieron ver la marca donde había sido dirigido dicho disparo.
Seguidamente, hubo descargas de los torpedos de ambos submarinos al crucero “el primero que sacó más de diez metros de la proa y el segundo terminó de darle el golpe mortal. Fue a la altura de la zona de máquinas, se dio justo cuando las personas estaban descansando”, él mismo comentaba que luego de ese momento se encontraron a sus compañeros con ropa, ya que el lugar donde chocó el submarino fue en las habitaciones de descanso.
Luego de este suceso de hechos, se comenzó con los rescates de aquellos soldados que habían sido impactados por los ataques de los ingleses. “Se hizo una continuación de la deriva del mar, para saber a dónde podían trasladarse las balsas, teníamos varias corrientes en ese lugar. Entonces, las derivas del mar fueron un poco desviados de donde lo estábamos buscando, tal es así que en la noche siguiente a las 03:30 de la mañana escuchamos un pedido de socorro por un equipo de survivor que es un equipo de emergencias que lleva toda unidad de la Armada y se distribuye en algunas de las balsas”. El equipo de Survivor “tiene grabado el sistema automático de emisión de una señal de socorro internacional que es ‘S.O.S’ y automáticamente todas las señales de toma marítima se activan y nosotros a bordo del Piedrabuena lo detectamos, con el Bouchar cruzamos las líneas”, gracias a esto ellos sabían desde qué lugar había sido emitida la señal. Destacó que “al día siguiente tuvimos el apoyo del B-200 que hacía la exploración por vía aérea para ubicar las balsas, hasta el momento no teníamos avistado ninguno”. Desafortunadamente se vio imposibilitada la detección de las mismas, ya que las nubes estaban bajas y el equipo aéreo no lograba localizarlas, además de “las olas del mar llegaron a ocho y nueve metros”.
Al día siguiente, lograron detectar dos balsas, el Piedrabuena se trasladó hacia allí y lamentablemente, se encontraron con que había dos personas que desafortunadamente estaban sin vida “no se comunicó esta información al resto para no generar pánico o impotencia de saber que nuestros otros compañeros no sabíamos cuál era su final”. Inmediatamente, detectamos otro grupo de balsas “en esa detectamos veintiún personas en buen estado y escuchando música, ahí cambió nuestro estado de ánimo”. En esos rescates sin duda complejas, tristes y con un grado impotencia “se estuvo muy bien organizado, del barco nadie quería ir a descansar, todo el mundo estaba en la cubierta tratando de ver o divisar y tratar de rescatar a sus hermanos del agua”.
Frente a este panorama, lograron rescatar a personas que estaban quemadas, “otros con el último suspiro, gente prácticamente desnuda y otros fallecidos a bordo del barco porque las quemaduras eran de forma general”. Muy emocionado y con cierto brillo en sus ojos recuerda el momento preciso en el que vio hundirse el Crucero Gral. Belgrano a lo que manifestó “que fue una impotencia, porque uno conoce a la mayoría de los que estaban ahí, la misma institución te forma y uno se acerca al otro como parte”. Agregó “la Armada en sí es muy particular, es un barco es como una familia, es como una casa, cada uno cumple una función, si alguien no cumple esa función le pasa algo. Toda esa relación en la Armada hace que el marino sea diferente, toda la unión familiar, por eso se dan situaciones como esta”.
Destaca que justamente, se generan momentos como el que vive actualmente, en el que “quiero ir a ver a fulano después de 30 años, porque después de que volvimos de Malvinas hubo muchos compañeros que se fueron de baja casi en un 80-90% por diferentes situaciones. El hecho de vivir ese momento hace que uno quiera encontrarse”. Afirmó que hubo compañeros que luego de treinta y seis años pudieron verlos, entre otros compañeros.
Por otra parte, comentó que el grupo “Del Piedrabuena, venimos 20 años seguidos formando reuniones anuales, bueno ahora por la situación pandémica se evito ese tipo de reunión”. Estas se conforman por la última rotación del Piedrabuena en diferentes partes del país “puedo asegurar que con familia y todo hay entre 300-400 personas”.
El después de Malvinas
La gesta de Malvinas no solo fue duró el vivirla en carne propia sino también el después de ella, el enfrentar el shock post-traumático que sufrieron algunos de sus compañeros, los sonidos, el susto, los recuerdos guardados en la memoria. “Después de volver de allá, me llamó la atención que muchos se fueran”.
En su caso particular siempre tuvo presente “si yo quise ser marino y entre en esto quiero terminarlo, a pesar de que en por ahí tenía la intención de irme. Continué unos años más y después confirme lo que quería hacer”. Siguió “Mi anteúltimo destino fue Misiones y estuve a cargo de la Delegación de Incorporaciones, era el único militar de la Armada en actividad entonces me llamaban para diferentes tipos de entrevistas por ser veterano y en una de esas me ve en el canal un compañero del crucero y que yo le pase la mano para subirlo a bordo” con humor destacó que en ese momento “pesaba 56 kilos, una pluma y fue a verme”.
“Me sorprende cuando me mira y no se deja de reír, evidentemente nos conocíamos de algún lado. Si, dice a lo mejor usted no se acuerda de mi pero yo nunca me voy a olvidar de usted”. El mismo no lograba identificar dé donde este hombre lo conocía, “vos me diste la mano a bordo del Piedrabuena, cuando yo subí dé la balsa, así que nunca me voy a olvidar” lo emociona el simple hecho de encontrarse con personas que él les dio años de vida, buscó y buscó junto a sus compañeros salvarle la vida a otra, ya que para algunos lamentablemente, había sido tarde.
“En el 2014 me retiré como Suboficial mayor en mi último destino que fue la base naval Puerto Belgrano”. Seguidamente, comentó que vive en Punta Alta “es la zona con mayor cantidad de veteranos navales que están instalados en la zona”.
Destaco, lo duro que es la vuelta a los lugares natales donde prácticamente nadie te conoce, ya que se sumaron a la fuerza desde muy jóvenes, “yo soy de un pueblo muy chiquito de la provincia de Misiones, se llama Campo Viera pertenece al departamento Oberá y ahí somos tres los veteranos nativos de esa zona, de los cuales hay uno solo que está viviendo ahí”.
Comentó que al momento de su regreso y retomar su vida que había dejado para luchar y defender su bandera, “primero no tienes frío, no tenes hambre, no tenes cansancio, hasta que no ves que rescatas al último. Cuando rescataste decisiones no nos quedaron más balsas, ahí te entra la pesadez encima, pero todavía teníamos el submarino”. Agregó que cuando tenían a bordo las personas en el crucero Belgrano y el Bouchar, hubo dos situaciones que les quedaron grabadas en su memoria, “una un compañero conocido también”, estaba quemado y trabajaba en el área de comunicaciones que estaba en el crucero “lo veo en la balsa, lo subo, estábamos con arneses en la cintura atados de donde se podía en el barco y flameando como si fuéramos parte del agua porque las olas era muy grandes”. Asimismo, afirmó que al momento de rescatarlo “le doy la mano, me abraza, cuando lo tengo que pasar a mi otro compañero que estaba en la escotilla anterior para el ingreso interno del barco, esta iba a las cámaras de oficiales donde estaban todas las mesas donde hacían las primeras curaciones” agregó que al momento de pasar a su otro compañero “se le desprende parte de la piel dé la cara de él y se me queda a mí, cuando lo observo lo veía muy blanco, como si fuera un papel, todavía estaba con vida pero muy quemado y se le veían unos hilos de sangre”
La segunda situación dura que recuerda fue cuando pasó a otro grupo como colaborador de otros compañeros, entre ello le sacó el combustible y algunas quemaduras en la ducha “constantemente teníamos que tener un recipiente para juntar la piel quemada más pelos quemados, fue duro. Una vez que terminaron esa sección, terminó la recolección de balsas, se perforaron para saber que no había nadie adentro”.
Una noche, después de cenar “suena la alarma de combate porque teníamos el submarino abajo. Esto no nos dejó hasta entrar en el canal de Beagle”. Lo que le llama la atención es que “uno se prepara o hace las prácticas pero a la hora real, si bien uno sabe lo que tiene que hacer, uno tiene ese miedo pero se controla”.
Finalmente, comentó que está viendo la posibilidad de quedarse para la vigilia porque es “profesor en economía y estoy viendo porque si se larga la presencial la semana que viene”. Destacó que hasta el momento no ha tenido la posibilidad de asistir a la vigilia, “es una deuda pendiente, tengo muchos conocidos, sé que es la Capital del Veterano y siempre los veo cuando nos juntamos en las olimpiadas en otras provincias. Tengo muchos motivos para estar en la isla”.
Afirmó que el enseñar lo ayuda mucho a estar ocupado, “yo me retiré pensando en ocuparme con algo para mantenerme activo, tengo muy buena comunicación con los adolescentes. Me buscan muchos, es como una retroalimentación, la fuerza y la voluntad que tienen los jóvenes que a la edad que uno tiene es fundamental”. Agregó que es una tarea que tiene como veterano es “plantar esa semilla”
Acompañado de su hijo contó cuál es el sentimiento que tiene al momento de hablar de su papá, “es difícil y no puedo evitar emocionarme un poco, por varios motivos yo lo traigo desde la cuna a la Armada, me ha tocado vivir su ausencia en navegaciones. He estado yo mismo dentro de las fuerzas, he participado cinco años dentro de la armada, cuando llegue a Río Grande dé pase al BIM N°5” por cuestiones laborales y personales tomó la decisión de darse de baja y quedarse trabajando en la provincia en la que está desde el 2008. “Más allá de la historia, me llega muy fuerte este momento” en la familia destaca que “muy pocas veces lo hemos podido escuchar así, las historias que han escuchado ustedes acá, yo no las pude escuchar nunca pero siempre respetando su momento, su tiempo porque hasta el mismo no lo podía contar, escucharlo hoy me hace entender un poco más porque no podía y me llena de orgullo”.
Tal vez para algunos sea algo que es difícil de entender o de creer, va más allá de lo que se registra en un documental o una película, “nunca escuchamos la realidad de todos los días y es diferente cuando es alguien parte de la familia”. Antes de que llegara su padre se puso “en contacto con el centro de veteranos de guerra para poder acercarnos el día de hoy”, cada vez se acerca la fecha trata de acercarle momentos de emoción, “para que pueda soltarse y hablarlo”.
Destaca que el año pasado sufrió el no haber tenido una vigilia a la que asistan los veteranos y el público que acompaña todos los años, “quedarnos con esa espina de acompañarlos a la vigilia, porque no solo es el dos, es una semana de acompañar en el día a día”. Aseguró que todos los años va a la vigilia y el 2 de abril, “me tocó desfilar para el BIM N°5, participar de desembarco y hoy me toca estar cubriendo desde arriba dé una ambulancia acompañándolos en la cobertura, siempre estoy presente”.
Sin más que agregar, debemos agradecer a los veteranos que luego de una lucha muy grande recuerdan lo vivido, recuerdan a los que están y a los que no. Dejaron su vida por proteger el suelo argentino, no debemos pensar que la gesta de Malvinas es solo una rutina a la que asistimos a la Vigilia y al desfile al otro día, es más que eso.
Es la vida de miles de hombres que dieron su vida por proteger lo que es nuestro, respetemos, honremos, agradecemos y recordamos la gesta de Malvinas, bajo el puro sentimiento de ser argentinos.
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