Por la vía judicial y en presentaciones que se iniciaron en algunos casos hace ya varios años, unas 6 mil personas buscan ser reconocidas como Veteranos de Guerra de Malvinas (VGM) y acceder a los beneficios que se les reconoce como tales. En el caso de ex conscriptos, principalmente la pensión mensual equivalente a tres jubilaciones mínimas, más otros beneficios provinciales y municipales.
La estimación de fuentes oficiales consultadas por Clarín se deriva de otra que señala que existen un millar de causas, en las cuales 5 ó 6 personas se presentan en conjunto para hacer la demanda al Estado nacional.
El reclamo es de larga data de parte de los soldados que permanecieron en el continente durante la guerra de Malvinas, en muchos casos en funciones vitales pero no son reconocidos como veteranos.
Los veteranos, un padrón de alrededor de 22.600 personas, es aquel personal militar que participó en acciones bélicas en el TOM (Teatro de Operaciones Malvinas) y TOAS (Teatro de Operaciones del Atlántico Sur); más civiles que prestaron funciones de servicio y de apoyo.
Según cifras que obtuvo Clarín, en los últimos años, apenas 156 personas lograron sentencia judicial favorable. Es decir, son "veteranos por sentencia judicial". En detalle: 57 sirvieron en Fuerza Aérea, 63 en la Armada, y 36 en Ejército.
“En cada fuerza existen causas judiciales sobre el tema, y el número de los que reclaman se incrementa todos los días”, indicó a este diario una fuente oficial.
El caso de la enfermera
El último caso que tuvo repercusión fue el de Alicia Mabel Reynoso, que era enfermera militar de la Fuerza Aérea y se desempeñó durante el conflicto en el Hospital de campaña reubicable montado en Comodoro Rivadavia. En mayo, la Sala II de la Cámara Nacional de Apelaciones de la Seguridad Social le concedió la condición de veterana.
Los camaristas razonaron que no hacerlo era “discriminatorio” por ejemplo respecto de un civil enfermero que había realizado apoyo y sí es VGM (más siendo ella personal militar) y que por sus actividad sanitaria no se le podía requerir entrar en combate. Introdujeron la novedad de la cuestión de género: “Pensar en un combate físico solamente y excluir la labor de la enfermera no solo lleva a invisibilizar su contribución al esfuerzo bélico, sino que a su vez prolonga la pervivencia de estereotipos en la sociedad”.
Sin embargo, la negativa a reconocer como veteranos a los que permanecieron en el continente es un asunto que no ha tenido grieta. En los dos mandatos de Cristina Kirchner ex conscriptos continentales mantuvieron un acampe que fue parte del paisaje en Plaza de Mayo. La respuesta de la Casa Rosada era que reconocerlos sería “una estafa moral y económica”. La situación no varió con el macrismo, ni con el actual gobierno.
En el Congreso hubo decenas de proyectos de ley -algunos buscando un escalonamiento en el reconocimiento- pero nunca prosperaron.
En el caso de la enfermera Reynoso, su situación era como la de tantos que reclaman. Para la Fuerza Aérea, quienes sirvieron en el hospital en Comodoro no son veteranos, tampoco los mecánicos -por ejemplo- que en el continente preparaban los aviones que iban a luchar a las Islas.
“Los continentales no son VGM, esa ha sido siempre la posición oficial. Por Convención de Ginebra, son combatientes, porque estaban listos para combatir; pero la ley estableció que veteranos son los que participaron en efectivas acciones, en un ámbito geográfico (TOM y TOAS) y en un tiempo determinado, y el personal civil que prestó apoyo. El general Galtieri y también políticos visitaron Malvinas en abril de 1982: no son veteranos, no tenían función”, grafica a Clarín un alto militar retirado, veterano de la guerra.
Hay 16 mujeres reconocidas como veteranas de guerra: el grupo de 6 enfermeras de Ejército que fueron embarcadas en el Almirante Irízar (la instrumentadora quirúrgica Silvia Barrera, y sus compañeras Susana Maza, María Marta Lemme, Norma Navarro, María Cecilia Ricchieri y María Angélica Sendes); la ex alférez Liliana Colino, que fue la única mujer que pisó Malvinas al cruzar en Hércules para evacuar heridos; y mujeres tripulantes de buques mercantes que prestaron apoyo. Completan la lista dos personas que cambiaron de género, una de Ejército y otra de la Armada.
Las organizaciones de VGM -casi todos ellos- rechazan enfáticamente que los “continentales” o "movilizados" sean equiparados con ellos. Y ha habido trifulcas en plena calle. Para estos últimos es peyorativo que se los llame "movilizados" y reivindican el derecho a su veteranía, al reconocimiento simbólico y los beneficios económicos. Fueron muchos miles, al sur del paralelo 42.
La Corte Suprema, cal y arena
El reconocimiento vía sentencia de un ex combatiente como veterano no ha sido pasaporte automático a sentencias en cadena. En 2015 se creyó que iba a haber efecto dominó cuando la Corte Suprema reconoció como veterano a Carmelo Antonio Gerez (caso Gerez) suboficial que había prestado servicios en la torre de control de Río Grande, Tierra del Fuego.
Pero unos meses después la misma Corte falló en sentido contrario respecto del ex soldado Víctor Hugo Arfinetti que estuvo asignado en Comodoro Rivadavia, considerando como requisito ineludible “haber participado en acciones bélicas”.
El caso Arfinetti englobaba a 32 ex soldados. La Corte les revocó el reconocimiento de VGM que les habían otorgado el juez de primera instancia y luego confirmado la Cámara Federal de Córdoba.
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