La Unión Europea (UE) ha decidido no aplicar aranceles al calamar Loligo procedente de Malvinas. Un privilegio de libre acceso al mercado europeo polémico, al exceptuar del arancel del 6% de la Organización Mundial de Comercio (OMC) a las capturas de esta especie de calamar en las aguas circundantes al archipiélago y que retrotrae para la colonia británica condiciones tarifarias casi similares a las anteriores al Brexit. El único condicionante sería un límite máximo de 75 mil toneladas anuales que, por otra parte, no tiene mayor incidencia comercial al ser la cantidad promedio que se venía capturando por año en la última década (en el 2020 fue de 78.913 toneladas). El 94% de la pesca del calamar Loligo, ingresa históricamente a la UE, mayormente para España y a Francia.
Las autoridades ilegítimas de las islas venían realizando gestiones directas en Bruselas para obtener un trato diferenciado y preferencial desde la desconexión británica a la Unión Europea. La responsable del manejo pesquero en Malvinas, Teslyn Barkman, había señalado que era una cuestión de grandes implicancias para la economía isleña. Conceptos similares fueron expresados por la Cámara pesquera española con intereses en Malvinas. También realizaban, en virtud de esa vinculación societaria, acciones conjuntas ante la UE para obtener un régimen progresivo de excepción a la pesca de Malvinas. Loligo parece ser la primera especie en lograrlo.
La flota española, con bandera propia o con el pabellón ilegal de las islas, son las que capturan mayormente el calamar Loligo. De la primera zafra 2021, ingresó al puerto de Vigo 58 mil toneladas. Esa pesca intensiva pone en evidencia también una sobrepesca con efectos negativos en los ecosistemas, tal como ha sido reconocido en un informe de consultoría británico. Macalister Elliot califica la política pesquera de la colonia como desastrosa por haber otorgado un exceso de licencias pesqueras poniendo en riesgo la sustentabilidad del caladero.
Es notable que Malvinas, tras haber sido excluida del Brexit y sin contar con los beneficios concretos de un acuerdo de libre comercio entre el Reino Unido y la UE, haya logrado una primera excepción arancelaria a la producción pesquera. La decisión de la UE, promovida por España con apoyo de Francia, es un golpe sensible para los intereses argentinos en la disputa con el Reino Unido al tener un efecto diplomático mayor que el comercial pesquero propiamente dicho. Es decepcionante que haya contado con la anuencia diplomática del gobierno español.
El proceso de negociación encarado por Malvinas, con epicentro en Bruselas, muestras falencias de la Cancillería. También de la diplomacia presidencial. No es entendible que el Presidente de la Nación no haya expresado disconformidad al Presidente de España en la reciente visita a Buenos Aires o al Presidente de Francia en su gira europea, por la cuestión del calamar Loligo. Ningún comunicado del gobierno argentino refleja que se haya tocado el tema en alguno de los encuentros.
Estas omisiones diplomáticas son preocupantes y muestran un cierto desdén de gestión en defensa del interés nacional que debe ser corregido. La Argentina debe tratar con mayor responsabilidad todo lo atinente al Atlántico Sur. Es hora que la política declarativa respecto de Malvinas se convierta en una de acción diplomática menos enunciativa y más efectiva.
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