“El 28 de mayo desde nuestras posiciones, veíamos el fuego de las armas automáticas, las explosiones y las bengalas. Recuerdo a nuestros soldados correntinos y chaqueños, firmes en las posiciones, aceptando esa realidad y esperando el momento en que los británicos aparecieran frente a nosotros. Y así lo hicieron. Nosotros desatamos los fuegos automáticos de nuestras armas, recuerdo los 'viva la Patria' y los 'sapucay' de los soldados correntinos que se envalentonaban y desafiaban el ataque británico”, relató muchos años después de la batalla de Darwin-Padrera del Ganso (Goose Green), el entonces subteniente (de 20 años) Ernesto Orlando Peluffo.
Hace 39 años, el 27 de mayo de 1982 se iniciaban 36 horas de combates en Darwin-Pradera del Ganso en lo que sería el primer gran enfrentamiento terrestre de la guerra de Malvinas. Hubo 50 muertos argentinos y 19 británicos.
Unos días antes, aunque a un alto costo de buques hundidos y averiados por las heroicas acciones de los pilotos argentinos, los británicos habían logrado desembarcar en San Carlos, en el noroeste de la isla Soledad, para establecer allí su cabeza de playa. Aunque no les quedaba de camino a Puerto Argentino, enseguida despacharon tropas de paracaidistas a Pradera del Ganso, un asentamiento donde vivían un centenar de kelpers y los argentinos habían basado una guarnición de 642 hombres, “la agrupación Mercedes”.
La integraban los regimientos de Infantería 12 y 25, el grupo de Artillería de Defensa Antiaérea (GADA) 601, y una sección del Regimiento de Infantería 8, la compañía de ingenieros 9 y el grupo de Artillería Aerotransportado 4.
En esa pequeña península que tenía al norte el establecimiento Darwin (donde hoy se ubica el cementerio argentino), había también un aeródromo donde la Fuerza Aérea armó la Base Aérea Militar Cóndor, para mantener la comunicación con Puerto Argentino, con los aviones Pucará y helicópteros. Desde el 1° de mayo hasta la previa de la batalla de Pradera del Ganso la base había sido sometida a duros bombardeos navales y aéreos británicos.
Al desembarcar en San Carlos la noche del 21 de mayo los británicos tuvieron como única resistencia terrestre la de un grupo de 63 tropas al mando del teniente Daniel Esteban, que llegaron a voltear cuatro helicópteros antes de replegarse.
Para el 27 de mayo ya habían iniciado su avance. A las 3 de la mañana alcanzaron Camilla Creek (Caleta Camila). Todo un batallón exhausto se alojó en los edificios para pasar la noche. “Cuatrocientos hombres se echaron en todos los cuartos y corredores de la casa abandonada y los refugios aledaños que formaban el asentamiento de Caleta Camila, dormitando y temblando de frío por la carencia de bolsas de dormir y frazadas”, contaron los británicos Max Hastings y Simon Jenkins en La batalla de Malvinas.
Casi a las 11 de la noche del 28 de mayo se desató un cañoneo naval sobre las posiciones argentinas, y a las 2.30 del 29 de mayo, la infantería inglesa lanzó su ataque, con fuego de morteros y ametralladoras, en el norte del istmo sobre la “fuerza Mercedes”, logrando rebasar la sección Exploración.
“El campo de combate se iluminaba continuamente a causa de las bengalas, se veía prácticamente todo”, recordó el entonces subteniente Jorge Zanela, artillero, que con la “batería A” (rescatadas de la patrullera “Rio Iguazú” atacada por los ingleses y encallada) empezó a dar apoyo a las 2 de la mañana a la fuerza de tareas “Mercedes”. Sin observador adelantado que les dirigiera el fuego tiraban en función de una carta topográfica, ordenada por el teniente Carlos “Indio” Chanampa, jefe de la batería.
“Esto fue hasta las primeras luces de la mañana, cuando en Darwin el enemigo fue detenido por las secciones del subteniente Peluffo, del teniente Roberto Estévez que había ido de refuerzo y la del subteniente Guillermo Ricardo Aliaga, en Boca House”, recordó Zanela. Estevez les empezó desde allí a “reglar” el fuego que pudo parar seis horas el ataque inglés, y en esa acción fue abatido, al igual que poco después el soldado Fabricio Edgar Carrascul que había seguido orientando el fuego de la artillería. Allí en Pradera del Ganso murió Estevez, misionero, a sus 25 años, quien hasta el último momento de su vida no dejó de conducir y proteger a sus hombres. Para el Ejército, uno de los mayores arquetipos del heroísmo y la entrega en Malvinas.
Al subteniente Peluffo, en cuya ayuda tras cinco horas de combate había llegado Estevez que estaba con la reserva, una bala le había atravesado el casco y le hizo un surco lateral en el cráneo. Sangraba copiosamente. El regimiento 12 tuvo 12 bajas en esas horas.
“Los que quedamos vivos después de la muerte de Estevez rendimos la posición. Habíamos combatido a corta distancia, 25 o 50 metros de los ingleses. Salíamos, tirábamos y nos metíamos en los pozos. Cada vez que los soldados salían recibían impactos en sus cuerpos”, recordó Peluffo, otro de los que combatió heroicamente en esa batalla.
Esa mañana, efectivos al mando del teniente Esteban que tras el combate en San Carlos habían sido replegados a Puerto Argentino, fueron trasladados en helicópteros a Pradera del Ganso, y se sumaron a los combates. A las 10.30, efectivos al mando del subteniente Juan José Gómez Centurión (en años recientes sería alto funcionario macrista, jefe de la Aduana y candidato a presidente en 2019) contraatacaron bajo fuego enemigo y lograron recuperar una altura a dos km al norte de Pradera del Ganso.
En esa circunstancia hubo un parlamento de Gómez Centurión, con el jefe del regimiento de paracaidistas 2 inglés, el hombre que comandaba todo el ataque británico, teniente coronel Herbert Jones. Cada uno exigió la rendición del otro. En un enfrentamiento armado que siguió, Jones perdió la vida, según el informe oficial del Ejército argentino.
El episodio -la circunstancia de la muerte de Jones- aun reviste controversia porque aunque Gómez Centurión también asume el disparo en acción de combate tras el parlamento, otros testimonios -incluida la versión oficial inglesa, del investigador Lawrence Freedman- dice que Jones cayó por fuego de ametralladora de un soldado (el conscripto cordobés Oscar Ledesma) cuando valiente -aunque temerariamente- Jones se puso con un pelotón al frente del ataque a un a trinchera argentina.
Como sea, al mediodía, los británicos con fuerzas muy superiores lanzaron su masivo ataque final. Años después, el teniente coronel Italo Angel Piaggi (fallecido en 2012) evaluaría que “los ingleses estaban prácticamente en aptitud de 'pasarnos por encima'... En función de los medios, nos tenían que aplastar en menos de 24 horas”.
Y tomó la decisión de “decidir por sí o por no el sacrificio de mis hombres sin razón justificada.” A las 11 horas del 30 de mayo se produjo el cese de fuego. Los británicos tendrían otros duros combates por delante, pero con retaguardia y flancos cubiertos seguían su camino imparable a la reconquista de Puerto Argentino.
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