La próxima primera ministra del Reino Unido, Liz Truss, a quien frecuentemente se la compara con la “dama de hierro”, Margaret Thatcher, la dirigente británica que impulsó la guerra de Malvinas en 1982, se ha mostrado intransigente frente a los reclamos de la Argentina durante el rol que ocupa hasta hoy como ministra de Asuntos Exteriores.
En febrero de este año, Truss defendió a las Islas Malvinas como “parte de la familia británica”.
“Rechazamos completamente cualquier cuestión sobre la soberanía de las Falklands [como llaman los británicos a las islas]”, puntualizó la titular de la diplomacia británica después de que el presidente argentino, Alberto Fernández, se reuniera con el presidente chino, Xi Jinping, al margen de la celebración de los Juegos Olímpicos de Invierno de Pekín.
“China tiene que respetar la soberanía de las Falklands”, escribió Truss en su cuenta de Twitter, y resaltó que el Reino Unido defenderá el derecho de los isleños a la “autodeterminación”.
En respuesta, la embajada de China en Londres afirmó que apoyaba “firmemente” las reivindicaciones de la Argentina sobre las Islas Malvinas, en un reproche dirigido específicamente a Truss.“Esperamos que el Reino Unido responda positivamente a la petición de la Argentina, inicie el diálogo y la negociación lo antes posible, y encuentre una solución pacífica, justa y duradera de acuerdo con las resoluciones pertinentes de la ONU”, sostuvo la embajada en un comunicado.
Unos meses más tarde, en junio de 2022, la entonces ministra de Asuntos Exteriores británica envió un fuerte mensaje de apoyo al pueblo de las Islas Malvinas y a su derecho a la auto determinación, con motivo del 40° aniversario de la liberación de las Islas, el 14 de junio de 1982, a la vez que recordó el esfuerzo y sacrificios de las fuerzas británicas enviadas a asegurarse de que la agresión no prosperara.
En su mensaje Liz Truss recordó que cuarenta años atrás la bandera de la Unión flameaba otra vez en Casa de Gobierno de Malvinas tras la liberación por las fuerzas británicas. “Las fuerzas británicas se plantaron con osadía para asegurarse que la agresión no tuviera éxito; combatieron con valentía para defender el derecho de los pueblos a determinar su futuro, y siempre recordaremos su esfuerzo y sacrificios”, apuntó.
“Hoy las Malvinas están pujantes como parte de la gran familia Británica, son un faro de libertad y democracia en un Territorio de Ultramar autogobernado”, siguió la funcionaria.
“Pero no podemos ser complacientes. La asunción de que la paz y la estabilidad son inevitables fue destrozada por la invasión de Putin a Ucrania. En tanto China da muestras de sus deseos de ejercer control y coaccionar a pueblos del África, Asia y más lejos”, afirmó la entonces jefa del Foreign Office.
“Debemos permanecer vigilantes a las amenazas a la libertad, soberanía y autodeterminación, no importa de dónde vengan. Es por eso que rechazamos cualquier cuestionamiento sobre el derecho de las Islas Malvinas a la autodeterminación. Hemos de pararnos ante todos aquellos que pretendan desconocer o ser irrespetuosos de ese derecho. Las islas no podrían haber sido más claras en cuanto a permanecer como un Territorio Británico autogobernado, que con el voto avasallador del 2013 confirmando sus deseos de seguir como parte de la gran Familia Británica”, zanjó.
Admiradora de Thatcher
Mary Elizabeth Truss, de 47 años, conocida como Liz, ministra de Relaciones Exteriores durante 12 meses, será la tercera mujer primera ministra del Reino Unido (tory, como las demás) a partir de mañana tras la epopeya de la dama de hierro y el insignificante ciclo de Theresa May.La referencia al modelo Thatcher fue la constante de la campaña de imagen que dio impulso al no precisamente irresistible ascenso de la nueva premier de Su Majestad, ahora aguardada para la prueba milagrosa de intentar unificar y relanzar un partido y un país en crisis, entre escándalos, emergencia energética, inflación, huelgas, impulsos secesionistas, repercusiones post Covid-19 y post Brexit, incluso en ausencia de rastros visibles de líderes carismáticos.
Una referencia hecha de momento sobre todo de estilismos y poses fotocopiadas: como el traje con lazo de los años 70 que parecía exhumado del armario de la fallecida Thatcher para el primer debate televisivo del reto con el resto de candidatos tras la renuncia de Johnson.
Desafío que finalmente Liz –tras un comienzo lento y pese a no pocos desatinos– ha ganado con claridad, presagiando actitudes aún más belicosas que Johnson en política exterior (en particular frente a la invasión rusa de Ucrania) y promesas económicas de desregulación y recortes de impuestos aún más radicales.
Por otro lado, el suyo parece ser la culminación de un camino construido sobre la tenacidad y la ambición más que sobre una predestinación reconocida o cualquier capacidad para arrastrar audiencias.
No sin una discutida tendencia al transformismo que a lo largo de los años le ha llevado a “actualizarse” desde la militancia progresista juvenil a adherirse a la causa conservadora; de una orientación “light” a una conversión dura hacia la UE; de la proximidad a las corrientes conservadoras moderadas al giro hacia las consignas ultraliberales de derecha.
Agencias ANSA y EFE
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