Mientras el canciller argentino, Santiago Cafiero, le pedía ayer al secretario general de la ONU, António Guterres, una gestión de buenos oficios para reanudar las negociaciones de soberanía de las Malvinas, otra disputa se desataba entre Gran Bretaña y Estados Unidos.
El Comité Especial de Descolonización de la ONU sobre la Cuestión de las Islas Malvinas se reunirá hoy. La disputa entre los dos viejos aliados, que no había trascendido, era por uno de los pescados más caros del mundo: la austromerluza negra, cotizada en 32 dólares los 450 gramos en los supermercados de Estados Unidos. Se sirve en los restaurantes más finos.
La obstrucción de Rusia a los esfuerzos por proteger la especie y su rechazo a aceptar límites a la pesca en un área protegida frente a la Patagonia ha desatado los roces diplomáticos. Gran Bretaña concedió licencias este año para pescar la austromerluza negra frente a Georgia del Sur, una isla remota, deshabitada, controlada por el Reino Unido, a unos 1.400 kilómetros al este de las Malvinas.
Como consecuencia de ello, por primera vez desde que los gobiernos se aliaron hace 40 años para proteger la vida marina cerca del Polo Sur, la pesca en aguas profundas de este pez con dientes puntiagudos se realiza esta temporada sin límites, generalmente fijados por la Comisión de Conservación de los Recursos Vivientes Marinos de la Antártida, de la cual forma parte Argentina.
Un territorio marino del tamaño de Francia pasó a ser una zona sin ley, al menos a los ojos de las autoridades de Estados Unidos, que amenazan con prohibir las importaciones británicas de esa zona. La cooperación internacional acercó durante varios años a potencias adversarias, como Rusia, China y Estados Unidos, con el ánimo de proteger esas aguas del tipo de pesca desenfrenada habitual en el mar abierto.
En 2021, cuando las tensiones con Occidente crecían por el diferendo de Ucrania, Rusia decidió rechazar los límites. La medida equivalió a un veto unilateral en un organismo que requiere unanimidad en sus decisiones. Las autoridades de Estados Unidos les dijeron en privado a las británicas que probablemente iban a prohibir las importaciones de austromerluza negra pescadas cerca de las Georgias del Sur.
La controversia coincide con la disminución de la cantidad de peces en todo el mundo por la sobrepesca. Tres de las cuatro embarcaciones autorizadas por el Reino Unido a pescar cerca de Georgia del Sur a partir del 1 de mayo son propiedad de Argos Froyanes, una empresa británico-noruega que estuvo a la vanguardia de los esfuerzos por desarrollar técnicas que redujeron significativamente la mortalidad de las aves marinas en el Atlántico Sur. La especie, algunos de cuyos ejemplares llegan a pesar 90 kilos, estuvo a punto de extinguirse en la década del 90.
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