Hace poco más de dos años el historiador Sebastián Ávila viajó a las Islas Malvinas. Allí se sorprendió por la cantidad de objetos de soldados argentinos que encontró en el terreno. También porque las fuerzas británicas imponían un estricto control para evitar que se llevaran esos bienes. Inquieto por la situación, al regresar a Buenos Aires, Ávila se contactó con Carlos Landa y Juan Bautista Leoni, dos arqueólogos especializados en campos de batallas del siglo XIX, con el objetivo de rescatar ese patrimonio.
Fruto de aquel encuentro nació “Malvinas, objetos portadores de memoria”, un proyecto documental en el que los tres académicos entrevistan a Veteranos de Guerra Malvinas (VGM) utilizando como disparador diversos objetos personales: un casco, una granada, una zapatilla o una carta, por ejemplo. Hasta hoy, ya recabaron más de 50 testimonios y buscan llegar a una muestra de al menos el 10% de los soldados en el Teatro de Operaciones. En diálogo con Ámbito, aseguran que su abordaje ayuda a que los VGM se “saquen el casete” para generar nuevos discursos y afirman que se trata de “reivindicar a los veteranos desde otra perspectiva”.
Patrimonio en disputa
Corría enero del 2020 cuando llegó el mail. En él, Sebastián Ávila le contaba a Carlos Landa que Malvinas era una suerte de museo a cielo abierto. Que los campos de batalla de 1982 estaban llenos de objetos desperdigados sobre la tierra. Su propuesta era osada: quería hacer arqueología en las Islas. Pero, dada la situación de usurpación, semejante empresa sería imposible. Como contraoferta, Landa le propuso investigar la temática a partir de los objetos, ya que, según cuenta, la arqueología y la antropología tienen un desarrollo teórico y metodológico muy amplio sobre el tratamiento de los mismos.
Con la idea como piedra angular, la dupla sumó a Juan Bautista Leoni, que había trabajado en Malvinas en 2018, estudiando los monumentos y las evocaciones al conflicto. “Empezamos a pensar en entrevistar a veteranos de guerra pero desde sus objetos; objetos que los hayan acompañado en su experiencia bélica, objetos materiales presentes u objetos vivenciados o evocados. Hay mucha materialidad que quedó en las islas. También sumamos los objetos generados en la posguerra, por la militancia de muchos veteranos para ser reconocidos, para obtener las merecidas pensiones, etc. Para ellos es una acción perpetua”, dice Landa a este medio.
Así se formó el Equipo Arqueología Memoria Malvinas (EAMM), que, al no poder viajar a las Islas para realizar trabajos de campo, construyó un enfoque propio y distinto. Al respecto, Juan Leoni explica: “En principio es un trabajo más antropológico, aunque el marco y el enfoque teórico están desarrollados en la arqueología. Hubo toda una línea reciente teórica en las ciencias sociales que tienen que ver con lo que se llama la materialidad y el lugar que ocupan los objetos en la vida de los seres humanos. La arqueología, de una manera u otra, trabaja con objetos”.
Al empezar los contactos, los investigadores notaron que todos los veteranos tenían algún lugar de la casa dedicado al conflicto. Algunos, incluso, erigieron museos con esos elementos. Landa relata: “Empezamos a encontrar una dimensión de la materialidad que era realmente abrumadora y muy interesante. También estaban los objetos que estaban guardados y se desempolvaron para las entrevistas. Por ejemplo, cosas más intimas como las cartas. El objeto en sí de alguna forma condensa la historia de estos veteranos y también otras”. La experiencia terminó concretándose bajo el nombre “Malvinas, objetos portadores de memoria”, un proyecto con un frente académico, un frente audiovisual y un costado patrimonial, sobre el registro y la conservación de estos testimonios.
En primera persona
Jorge Ibáñez está sentado frente a una mesa llena de papeles. También hay un casco militar con una cruz roja sobre fondo blanco. “Mi papá pintaba. Este casco –cuenta Ibáñez-, el día que me lo dieron para ir a la guerra, fui a mi viejo y le dije si me lo podía pintar. Estas cruces las pintó mi papá con un aerógrafo. Yo veía que mientras pintaba el casco le caían las lágrimas. Fue la única vez que lo vi llorar en mi vida”. Luego relatará su experiencia en las Islas y las dificultades que tuvo para conseguir trabajo como médico cuando volvió del frente. Se llama “El casco y el padre” y es uno de los once videos de “Objetos Memoria Malvinas”, el canal de YouTube del proyecto de Ávila, Landa y Leoni.
Acerca de esta modalidad, Landa detalla: “Los veteranos traían sus objetos y nosotros hacíamos una serie de preguntas, cuatro o cinco, en función de los objetos y de los sus vivencias con ellos. Ya llevamos más de 50 entrevistados, es algo bastante movilizante. Arrancar por cuestiones relacionales con objetos, no necesariamente de la guerra, los descoloca en cuanto a los discursos. Muchos objetos continuaron como testimonio vivo de las batallas que pelearon, del hambre que pasaron, del coraje. De todo el arco tan variado y traumático que puede traer una guerra”. Las notas no solo impactan a los entrevistados. También tienen su correlato en los investigadores: “Recopilar testimonios tan cruentos y tan vívidos es fuerte. A las 10 o 12 entrevistas yo sentí que un poco me afectaba. Tuve que hacer mis propios rituales para bajar un poco después”.
Una de las ideas centrales del proyecto es deconstruir los discursos que lo veteranos tienen instalados tras cuatro décadas contando sus experiencias. Lograr que “se saquen el casete”, en palabras de sus responsables. Sobre este punto, Landa comenta que “en 40 años se genera una suerte de discurso, un casete, que es una estructura muy armada y funciona. Cuando se corre alguien de ahí, se generan otras formas de discursos. Muchas parejas e hijos nos contaban que había cosas que escucharon por primera vez. Todo a partir de una granada o de partes del tablero de un avión. No discriminamos, entrevistamos a veteranos de todas las fuerzas y rangos: desde soldados conscriptos hasta oficiales avanzados”.
“La recepción de los veteranos es muy buena. Esto de entrar a los temas con los objetos, con algo que no esperan, les cambia totalmente la narrativa y les permite exteriorizarlo de otra manera y también los sorprende un poco. Se salen del discurso que han ido construyendo; es una forma de verlo de otra manera no tan transitada”, completa Leoni.
Para los arqueólogos contar con testimonios vivos es un plus. Carlos Landa y Juan Bautista Leoni trabajaron en campos de batalla del siglo XIX, como los de Vuelta de Obligado y La Verde. Por eso, Malvinas es un caso aparte y una novedad para ellos. “En las investigaciones generalmente contás con los objetos en una matriz sedimentaria, distribuidos en el terreno y con los documentos de época. Escribía gente de la élite, Mitre o Mansilla, por ejemplo, pero no contás nunca con el testimonio vivo del que participó. Acá es enfrentarse como entrevistador o como antropólogo, enrostrar eso que al arqueólogo le falta siempre. Para mí fue impactante desde lo metodológico y lo humano. Es un testimonio que se va a perder por el indefectible camino de la vida. Hay algo de lo humano que solamente se conserva en el cara a cara, no hay medio que lo registra en plenitud. Los humanos tenemos el presente y nada más, es luchar por la memoria”, comentan.
Reconocimiento
En Marzo pasado, se realizó en la Legislatura porteña la muestra "Malvinas, objetos portadores de Memoria", que fue declarada de interés cultural. El 2 de Abril, los integrantes del proyecto participaron de la vigilia en Río Grande junto a veteranos de guerra y distintas autoridades. En esa visita a Tierra del Fuego también ofrecieron una charla a sala llena en el Centro Austral de Investigaciones Científicas, perteneciente al Conicet.
Aunque Leoni admite que falta la parte “más puramente arqueológica” -la de excavar y recuperar los objetos en el territorio-, también destaca que existen otras posibilidades: “Se pueden intentar reconstruir los combates desde acá, con buenas imágenes satelitales, con mapas que uno vaya haciendo en función de los testimonios de los veteranos y se puede tener un panorama bastante original. Si bien hay algunos intentos hechos por investigadores y personas que trabajan el tema Malvinas, por ahí no son demasiados precisos al momento de bajarlo al terreno y ponerlo en un plano".
“Hay otra manera de hacer arqueología -sigue- y es con la distribución espacial. Con cosas que son significativas para reconstruir combates: posiciones, trincheras, todo tipo de elementos bélicos. A veces eso se puede hacer combinando el testimonio de los veteranos con imágenes satelitales, recorridas sobre el terreno. Uno puede ir a Malvinas como fui yo y como fue Sebastián. Uno puede ver las cosas y ubicarlas en un mapa, algo que es un aporte bastante interesante”.
En cuanto a las dimensiones del conflicto, Landa remarca que son “amplísimas”, ya que fue “una guerra de carácter aeronaval, con asaltos y defensas de infantería, en un teatro de operaciones enorme y muy complejo, donde se peleó de formas totalmente diversas, por fuerzas entrenadas de forma distinta”. “En el caso de las batallas terrestres, estuvieron los asaltos de los ingleses a las posiciones defensivas argentinas sobre un territorio hostil, con un clima hostil: turba, piedras como lajas, nidos de ametralladoras, etc. Esas batallas que duraban una noche o 12 o 14 horas, como Longdon, dejan una traza material que es impresionante y que sigue estando en superficie como en subsuperficie”, amplía.
De los tres integrantes del proyecto, Landa es el único que no viajó a Malvinas. Estuvo cerca, porque fue invitado por un equipo arqueológico escocés en dos ocasiones. En la primera, los isleños no autorizaron el trabajo, mientras que en la segunda sí lo hicieron, pero vetaron la presencia del argentino. Aunque no se declara “malvinero viejo” como sus compañeros, admite estar fascinado con el tema. Leoni, por su parte, dice que Malvinas fue una motivación personal desde la época de la guerra y que visitarlas lo marcó definitivamente.
“Me gustaría que el proyecto sirva para rescatar la memoria de la gente que pasó por esa experiencia. Gente que entregó tanto, que la pasó mal o que tuvo una experiencia traumática. Que eso se recuerde, y sumar testimonios y memoria. Reivindicar a esa gente desde otra perspectiva, que también suma. Suma construir esa experiencia de la guerra y de la posguerra, que es tan importante como la guerra misma”, finaliza.
El próximo viernes 20 de mayo, el equipo presentará en la Biblioteca del Congreso un proyecto para invitar a veteranos de Guerra de Malvinas a actividades arqueológicas en antiguos campos de batalla del país. “La idea es que sea un espacio no solamente terapéutico sino también para compartir sus historias; un espacio de contención. Sitios como Vuelta de Obligado o Cepeda, por ejemplo”, concluye Landa.
Fuente: Ámbito Financiero.
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