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Las marcas propias de supermercados han sido las grandes beneficiadas de este cambio de hábito, consolidándose como una alternativa confiable para los consumidores. Al mismo tiempo, varias segundas marcas han logrado posicionarse como opciones principales, dejando atrás la percepción de ser productos de menor calidad. Este fenómeno ha sido impulsado por la necesidad de los hogares de ajustar su presupuesto en un contexto de alta inflación y pérdida de poder adquisitivo.
El informe detalla que los sectores de ingresos bajos y medios fueron los que más redujeron la compra de primeras marcas. Mientras que los sectores de nivel socioeconómico medio alto disminuyeron su consumo en 7,7 marcas, los de nivel medio bajo y bajo recortaron 13,3 marcas en promedio. Las categorías más afectadas por esta tendencia incluyen gaseosas, lácteos, cosméticos, snacks, aceite y postres.
Uno de los datos más llamativos del estudio es la drástica caída en el consumo de la gaseosa más reconocida a nivel mundial: el 41% de los hogares encuestados admitió haber dejado de comprarla. En el caso de los lácteos, la marca líder del mercado fue desplazada por el 39% de los consumidores. Otras categorías, como cervezas, también han experimentado una migración hacia opciones más económicas.
Además del crecimiento de las marcas propias de supermercados, las llamadas “segundas marcas” han dejado atrás esa etiqueta y ahora son percibidas como “marcas alternativas”. Este cambio en la percepción ha sido clave para que los consumidores adopten estos productos sin sentir que están sacrificando calidad. Un ejemplo de esta tendencia es una marca de lácteos santafesina, que logró consolidarse en el mercado, y una gaseosa histórica que ha ganado presencia en las góndolas, compitiendo con las marcas más reconocidas.
El fenómeno no se limita solo a alimentos y bebidas. En productos de limpieza, higiene personal y artículos para el hogar, también se observa una mayor preferencia por marcas alternativas. En algunos casos, los consumidores aceptan productos que imitan a los originales, como un queso rallado sin contenido de queso que ha sido adoptado por los sectores medios y bajos debido a la gran diferencia de precio con las primeras marcas.
El informe también señala que, en caso de que la situación económica mejore, los sectores medios y bajos estarían dispuestos a reincorporar cerca de nueve marcas a su compra habitual, mientras que los de nivel medio alto y alto sumarían menos de siete. Entre los productos que los consumidores estarían dispuestos a recuperar se encuentran lácteos, gaseosas, aceites y artículos de limpieza.
Respecto a las proyecciones para 2025, Martín Eandi, director de investigación de Moiguer, explicó que las ventas en supermercados continúan en niveles bajos, a pesar de algunas señales de mejora en la capacidad de consumo. “La inflación sigue siendo alta y el poder adquisitivo aún no se recupera completamente. Mientras los sectores de ingresos más altos pueden darse el lujo de viajar y comprar primeras marcas, la clase media y baja sigue enfrentando dificultades para equilibrar sus gastos”, concluyó.
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