En ese marco, los médicos advierten que con sus prácticas cada año en la Argentina se salvan 200.000 vidas aproximadamente, y que de persistir la actual situación su actividad literalmente “desaparecerá”.
"Preocupa que, tal como ocurrió durante la pandemia, pueda incrementarse la mortalidad cardiovascular debido a que la crisis actual conduce inexorablemente al colapso de la especialidad, y aunque en este momento los insumos aún estén disponibles, no podrán utilizarse debido al quebranto de la especialidad. Esto responde a múltiples factores entre los que podrían destacarse la brecha entre el costo de los insumos, mantenimiento de los equipos, las internaciones y los valores que pagan los financiadores a lo cual debe sumarse que los honorarios (ingresos) de los cardiólogos intervencionistas continúa en caída (variable de ajuste)", subrayaron.
Si bien existen tratamientos alternativos para los pacientes en esta situación, como los trombolíticos (drogas costosas y menos efectivas) para tratar el infarto agudo de miocardio, "los centros asistenciales deberán preparase para su implementación", añadieron los especialistas.
"En el caso del infarto de miocardio existe un tratamiento alternativo a la colocación del stent: los trombolíticos que son drogas costosas y menos efectivas, pero hay que alertar que los centros asistenciales deberán preparase para su implementación, con el agravante que también se requerirán a posteriori angioplastias con colocación de stents para completar el tratatamiento", completaron.
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