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Las seis familias que habitarán la Antártida durante este año arribaron a la base Esperanza

Llegó el día tan ansiado: las seis familias que habitarán la Antártida argentina durante este año arribaron el lunes a la base Esperanza, donde fueron recibidas con vítores, abrazos y besos por el personal allí desplegado, algunos de los cuales son parejas y padres de los recién llegados, quienes celebraron emocionados la reunificación con sus seres queridos y el tiempo que los tendrá juntos.

El contingente incluyó a las parejas de cinco integrantes de la dotación de la base, el matrimonio de docentes fueguinos que estarán a cargo de la escuela y a 17 niñas, niños y adolescentes.

Arribó a base Esperanza a bordo del rompehielos "Almirante Irízar", en el cual habían embarcado el sábado por la tarde cuando el buque fondeó en base Marambio para recibir al grupo que arribó a ese aeródromo en un Hércules C-130 proveniente de la base aérea de El Palomar, ubicada en el conurbano bonaerense.

Esperanza fue inaugurada en 1952 por el general Edgar Leal con la premisa de construir un poblado habitado por familias que consolidara los derechos soberanos de Argentina sobre su territorio antártico. Es por ello que, a diferencia de otras bases construidas con edificios habitables comunes para todo el personal, en esta base hay un caserío con una vivienda independiente para cada miembro de la dotación que es acompañado por su familia. Además se levanta la emisora LRA 36 "Arcangel San Gabriel", de Radio Nacional; la Escuela N° 38 "Raúl Alfonsín", que depende de Tierra del Fuego, una oficina postal, un museo y una capilla, entre otros servicios propios de una urbanización.

En la actual Campaña Antártica de Verano, cinco familias fueron seleccionadas de entre las que se presentaron como voluntarias ante el Comando Conjunto Antártico (Cocoantar). Y la sexta familia es la de los docentes de la escuela, que resultaron escogidos en un concurso de cargo orientado a parejas de docentes, el cual fue llevado a cabo por el Ministerio fueguino de Educación, Cultura, Ciencia y Tecnología.

El lunes, las familias fueron desembarcadas a través de los helicópteros SeaKing del buque. El propósito fue no exponerlas al descenso por la "escala de gato" hacia los botes inflables que iban y venían entre el buque y "Puerto Moro", el muelle de Esperanza, desafiando el fuerte oleaje para trasladar cargas y personas.

En el helipuerto de la base esperaban los cinco miembros de la dotación cuyas familias debían desembarcar. Cada vez que desde ese lugar se veía alguna aeronave elevándose sobre el rompehielos empezaban un torrente de preguntas para averiguar cuál o cuáles eran las familias pasajeras de ese vuelo. La ansiedad cedía cuando, al abrirse la puerta del helicóptero, algunos niños salían corriendo a fundirse en un largo abrazo con alguno de esos hombres.

Los integrantes de la dotación cuyas familias llegaron a la base acompañaron a cada una a su respectiva vivienda y contaron con un momento íntimo para el reencuentro dentro de cada una de las casas donde habitarán. No fue todo el tiempo que hubiesen deseado debido a que tenían una misión clave por delante: continuar con el intenso trabajo logístico que se desarrollaba en la costa y en el helipuerto para descargar todos los insumos y el combustible que la base necesita para sobrevivir al crudo invierno antártico.

Las familias arribaron junto al equipaje que cada grupo previó necesitar para todo un año, por lo que alternaron entre la organización de pertenencias y enseres de lo que será su nuevo hogar y el necesario descanso tras una travesía por tierra, aire y mar que había comenzado el jueves pasado de la base aérea de El Palomar. Un recorrido que incluyó el vuelo en el Hércules C-130 de la Fuerza Aérea Argentina, con una escala de algunas horas en Río Gallegos antes de llegar a Marambio, donde se subieron a un helicóptero para abordar el rompehielos que también los desembarcó en esas aeronaves.

Algunos de los que todavía tenían energía para recorrer parte de la base Esperanza durante la tarde del lunes eran los hermanos Pereyra, hijos del encargado de la base, el suboficial principal Claudio Pereyra.

"Esto es mucho más de lo que esperaba. Es una experiencia hermosa y no logro encontrar las palabras para expresar lo que siento", enfatizó ante Télam uno de ellos, Damián (17 años), quien dijo tener "muchas expectativas" de su estancia en la Antártida argentina.

"Sé que va a haber momentos en los que haya tormentas y me voy a tener que quedar adentro algunos días. Pero van a pasar y voy a poder salir y disfrutar. Soy de las personas a las que les gusta el frío", agregó Damián, quien cursará en el actual ciclo lectivo el sexto año de secundaria a través del Sistema de Educación a Distancia del Ejército Argentino (Seadea). "¡Espero terminarlo sin llevarme ninguna materia", completó.

Para Sofía (16), "es algo muy raro estar en otro continente pero a la vez en nuestro propio país. Es muy lindo para mí porque es la primera vez que veo tanto hielo por todos lados. Todo esto es mucho más que lo que me había contado siempre mi papá. Hay que estar acá para entender y sentir toda esta belleza".

"Al llegar -continuó-, me quedé observando el mar, ese azul intenso y único, rodeado de hielos. También me gusta mucho que cada familia tenga su casita; son hermosas. Tengo un dormitorio muy lindo con una ventana para ver estos paisajes y una estufa que lo deja todo muy calentito".

Uno de sus planes, anticipó a esta agencia, es concentrarse "mucho" en sus estudios y "aprender todas las cosas nuevas que pueda sobre la Antártida en general y este lugar en particular".

Su hermano Nicolás (9) apuntó otro deseo. "Hay muchas rocas y nieve. Espero poder escalar alguna de las montañas que están detrás de la base", se entusiasmó el menor de la familia a quien "lo que más me gustó de lo que ví al llegar es el mar y los hielos que flotan en él, la nieve y los pingüinos que andan por toda la base".

Y soltó con vehemencia: "¡En este año que vamos a estar acá no me voy a perder nada. Quiero pasear, ir a esquiar, subir montañas y hacer todo lo que se pueda hacer acá!".

La Escuela N° 38 "Raúl Alfonsín" tendrá este año doce estudiantes de nivel primario y uno de nivel inicial, mientras que otros cuatro adolescentes cursarán el nivel secundario a través del Sistema de Educación a Distancia del Ejército Argentino (Seadea), aprovechando la instalaciones de ese centro educativo.

El establecimiento estará a cargo del matrimonio de docentes compuesto por David Ramírez (34) y Daiana Tévez Moreno (32), quien además será la directora de la institución. Ambos viajaron acompañados por sus hijos Bastian (11), Nemías (7) y Ezequiel (6), que se sumarán al flamante grupo de alumnos.

David y Daiana son oriundos de la localidad santiagueña de Bandera Bajada, un paraje de menos de 1.000 habitantes, del cual emigraron con destino a la ciudad fueguina de Río Grande buscando cimentar un futuro familiar.

En diálogo con Télam y señalando a su pareja, Daiana señaló que "la idea de postularnos fue toda de mi marido". "Nos gustan los desafíos", acotó él, algo por lo que avanzaron el año pasado al anotarse en una convocatoria de la cartera educativa fueguina.

"Si llegamos desde Santiago del Estero a Tierra del Fuego, que también nos resultaba un lugar lejano, en el fin del mundo, ¿por qué no nos animamos a ir un poquito más allá?", fue la respuesta que Daiana recibió de su compañero para quebrar su negativa inicial. El paso siguiente en la "misión ablande" fue mostrarle videos de la Antártida, a lo que se sumaron los posteos en redes sociales de una colega que estaba ejerciendo tareas docentes, las mismas que ahora hará ella.

La docente recordó que, "al principio, los chicos no sabían bien de lo que les estábamos hablando cuando les contamos el proyecto (de residir durante un año en Esperanza). El mayor comenzó a averiguar en internet y, como es un enamorado de los barcos, le llamó mucho la atención el rompehielos y quiso conocerlo porque quiere ser capitán cuando sea grande. Los más chicos lo siguieron a él y esto terminó de entusiasmarme a venir".

"Me siento muy orgullosa de estar acá, del logro personal, familiar y laboral que conlleva -abundó Daiana-. Es algo único no sólo por haberlo logrado, sino por todo el proceso que implicó: los debates familiares, la selección, la elaboración de un proyecto educativo que ahora pondremos en práctica".

De un paraje santiagueño a liderar la educación antártica: la emocionante historia Daiana y David

Daiana Tévez Moreno, la flamante directora de la Escuela N° 38 "Raúl Alfonsín", señaló que apenas la cartera educativa fueguina les confirmó a ella y su marido, David Ramírez, que habían sido los escogidos para liderar el proyecto educativo de este año en base Esperanza "atinamos a abrazarnos emocionados para festejar y también darnos fuerzas ante lo que se venía".

"Ni bien cortamos la llamada (con los representantes del Ministerio de Educación, Cultura, Ciencia y Tecnología) nos fuimos a Cabo Domingo, ubicado a unos 15 kilómetros al noreste de Río Gallegos, y nos tiramos en la playa sobre la arena. Había solcito y era un día hermoso de noviembre, nos sacamos las zapatillas y nos pusimos a charlar sobre lo afortunados que éramos como familia por esta oportunidad", rememoró David.

Y siguió: "Una vez seleccionados, empezamos a organizar toda la logística para venirnos los cinco con todo lo que necesitábamos traer. Ya desde antes íbamos calculando cuánto gastábamos por mes de shampoo, pasta dental u otros productos personales que nos teníamos que traer para que nos dure todo el año".

"En Río Grande nosotros alquilamos en el mismo lugar desde hace cinco años. Hablamos con el propietario para explicarle la situación y él, con mucha generosidad, nos dijo que no nos hiciésemos problemas, que dejemos las cosas en la casa y que a nuestro regreso conversábamos", completó Daiana.

La docente comentó que "las clases (en Esperanza) comenzaron de modo virtual a principios de marzo ya que por la (complejidad) logística no pudimos llegar antes a la base. En breve iniciaremos la modalidad presencial".

"Trabajamos el proyecto educativo 2023 a partir del modelo curricular de la provincia y, como es una escuela plurigrado, lo que hacemos es trabajar un mismo contenido a través de las distintas actividades y complejidades propias de cada grado", intervino David.

En relación a sus orígenes en el paraje santiagueño Bandera Bajada, distante a unos 177 kilómetros por ruta de la capital provincial, Daiana comentó: "Lo poco que sabíamos de la Antártida estaba en un libro escolar. Ver entonces que pudimos hacer todo lo que había que hacer para llegar hasta acá, que vamos a cumplir una hermosa tarea educativa y que nuestros hijos disfrutarán de una experiencia única hace que no alcancen las palabras para describir cuán felices estamos". Mientras hablaba su mirada se posaba en la sorpresa exultante de sus hijos con las aves que volaban entre los hielos antárticos.

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