Ahora se ocupan de capturar desde merluzas hasta tortugas marinas, pasando por delfines, lobos marinos, elefantes marinos, tiburones. La depredación se lleva a cabo siempre en la misma área: milla 201 frente a las costas de Comodoro Rivadavia, con incursiones en la zona económica exclusiva de la Argentina.
De esa forma, a tono con lo que vienen llevando a cabo desde fines de los años 90 a esta parte, la flota de pesca ilegal china sigue extrayendo especies de todo tipo y acentuando un negocio económico del orden de los 1.200 millones de dólares anuales.
Su accionar acaba de volver a ganar visibilidad a raíz de las polémicas declaraciones emitidas por Mariana Zuvic, una diputada de la oposición.
En las últimas horas, la legisladora aseguró que la administración de Alberto Fernández entregó aguas argentinas para la pesca ilegal a cambio de vacunas chinas contra el coronavirus.
"La geopolítica de las vacunas significó la pérdida de miles de vidas y la entrega de soberanía tanto a Rusia como a China", sentenció la integrante de Coalición Cívica.
Y exigió al Ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto que tome medidas. Según Zuvic, "ha sido probado el uso inadecuado del Sistema de Identificación Automática en los buques de pabellón extranjero que se encuentran navegando próximos al borde del límite exterior de la Zona Económica Exclusiva".
Que los navíos de la flota ilegal china operan con sus sistemas de monitoreo apagados –AIS, en la jerga– no es ningún secreto. Expertos de la talla de Milko Schvartzman, referente en conservación marina, colaborador del Círculo de Políticas Ambientales y asesor en la Organización de las Naciones Unidas (ONU) entre 2011 y 2015, lo vienen exponiendo desde hace años.
Schvartzman contó que al menos el 25 por ciento de los navíos extranjeros que se acercan al Atlántico Sur navega con sus sistemas de ubicación satelital apagados.
Consultado respecto de los movimientos de la armada depredadora oriental, el especialista precisó que en este momento "hay como mínimo 50 barcos chinos" frente a la Patagonia.
"Hay buques chinos que son arrastreros, que usan redes. La temporada de calamar prácticamente está terminada, pero siguen estando barcos que hacen otra pesca", dijo.
"Varios no se dedican sólo al calamar, si no que pescan lo que encuentran. Tiran redes y sacan tiburones, lobos y elefantes marinos, merluzas. Esos son los barcos que siguen ahí", afirmó ante este medio
A tono con estas palabras, la organización internacional Oceana publicó un análisis de esta flota de aguas distantes donde señala que, en el período 2018-2021, al menos 400 embarcaciones chinas realizaron pesca ilegal en el Atlántico Sur -casi 70 por ciento del total de buques cometiendo la misma depredación–. Los navíos argentinos con actividades en esa misma zona sumaron 145.
"De la pesca que se realizó a lo largo de las aguas nacionales de Argentina, las flotas de aguas distantes de cuatro países fueron responsables del 95 por ciento de la actividad pesquera visible. Los barcos chinos fueron los que más pescaron a lo largo de las aguas nacionales de Argentina, con más de 400 barcos que realizaron el 69 por ciento de la actividad pesquera visible total", señala el trabajo de Oceana.
Movimiento y concentración de la flota china en estos días -imagen aportada por Milko Schvartzman-.
"El 56 por ciento de los buques que parecían tener brechas de AIS participaron en eventos de transbordo en el mar. Durante el transbordo, los barcos de pesca pueden transferir sus capturas a barcos de carga refrigerados. El transbordo en el mar puede ser un eslabón débil en la cadena de suministro de productos del mar, lo que podría permitir que el pescado capturado ilegalmente se mezcle con la captura legal", añade.
Oceana también expuso que, de las embarcaciones "con brechas AIS, el 31 por ciento de ellas visitó el Puerto de Montevideo, Uruguay al final de su viaje. Este puerto supuestamente ha sido favorecido por embarcaciones que realizan actividades ilegales".
Depredación constante
Como ya expuso iProfesional, la flota de pesca en aguas distantes de la potencia asiática reúne en un solo actor los peores atributos en cuanto a métodos extractivistas para el saqueo de la biodiversidad marina: pesca a gran escala en áreas específicas por períodos que pueden superar el año, movimientos a escondidas de los satélites, violación de las restricciones para operar en aguas territoriales.
A eso hay que sumarles prácticas laborales emparentadas con la esclavitud. A excepción del capitán y sus oficiales, todos chinos, el grueso de los tripulantes de estas embarcaciones son ciudadanos de Indonesia, Filipinas o África sometidos a los tratos más inhumanos: en 2014, por citar un caso, se constató que 28 personas que bajaron de un pesquero de calamares en Montevideo, Uruguay, presentaban marcas de grilletes en los tobillos.
Desnutrición, escaso acceso al agua potable, pagas inexistentes e incluso torturas físicas, forman parte del combo que distingue a una armada de pesca ilegal que duplica con comodidad los números de Corea del Sur, Taiwán, España y Japón, otras naciones con fuerte protagonismo en el saqueo de espacios marítimos.
La pesca ilegal en mar argentino genera un perjuicio anual de al menos 1.200 millones de dólares.
"El desastre ambiental que se genera es incalculable. El calamar es el alimento principal de especies como la merluza común. Pero también es importante en la alimentación del cachalote, los pingüinos y muchas otras variedades de la fauna marina. Esta presión terrible que ejecuta la flota china viene generando una catástrofe. Junto con el plancton, el calamar es la base de toda la cadena alimentaria del Atlántico Sur", expuso Schvartzman.
El funcionamiento de la flota china es promovido por el gobierno de la potencia asiática mediante acciones como el subsidio al combustible para las compañías del rubro pesquero o, directamente, la participación accionaria del Estado en algunas de las empresas propietarias de los buques.
La armada china encuentra en la tibieza de la legislación local un humus para seguir adelante con la devastación: las normativas vigentes, en caso de ocurrir la captura de un pesquero operando en la zona económica exclusiva, apenas fijan multas con un tope que no alcanza a los 150.000 dólares.
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