El pasado fin de semana, estalló la polémica tras conocerse una situación acontecida en Punta Arenas, cuando se le prohibió a una vecina izar una bandera argentina en su casa. Inmediatamente, se generó revuelo en las redes sociales de un lado y del otro de la frontera.

Sobre este tema, el cónsul argentino en la ciudad chilena, Jorge Horacio Insausti, dialogó con LU12 AM680 y brindó su opinión sobre el asunto.

“Fue un episodio anecdótico. Yo lo tomaría como un caso folclórico y anacrónico totalmente”, señaló el diplomático. En esa línea, aseguró que hay normas antiguas que tienen su origen en tiempos de “autoritarismos”, que a veces quedan obsoletas. En este caso, se trata del Decreto Supremo 1.543 promulgado en el año 1967, bajo la presidencia de Eduardo Frei Montalva, perteneciente al partido Demócrata Cristiano.

En ese sentido, el cónsul señaló que los vecinos que se indignaron ante el izamiento del pabellón argentino “se condice con personas de cierta edad y de ciertas generaciones que quedaron un poco en el pasado”.

Además, expresó la necesidad de empezar a cambiar la “cultura de la confrontación y los antagonismos” entre ambas naciones.

“Aquí (por Punta Arenas), se inauguró hace poco la plaza de las Banderas y está la bandera argentina flameando junto a otras 30”, remarcó Insausti.

El diplomático argentino, se encuentra en la ciudad patagónica de Chile hace 6 años y su testimonio sirve como registro de la profunda hermandad que existe entre ambas naciones.

“He comprobado que los vínculos de sangre y de amistad son enormes, hay muchísimas familias binacionales”, resaltó el cónsul. Pese a esto, la rivalidad siempre está presente y en episodios como el del fin de semana, muestran que falta un largo camino de aprendizaje.

“En términos históricos, el conflicto del canal de Beagle todavía está muy fresco y el episodio de Malvinas también. Tenemos que trabajar y olvidar poco a poco un pasado bastante reciente”, apuntó Insausti.

Por último, el cónsul señaló como ejemplo la unión de los países europeos, después de tantos años de atroces guerras. “Hay que seguir el paradigma de la aldea global, donde las banderas son secundarias y lo que importan son las personas”, concluyó.