Desde hace tres años, la infección de la gripe aviar avanzó al transmitirse principalmente entre aves silvestres y aves de corral. También el virus afectó a mamíferos, como lobos marinos y visones y logró una expansión mundial.
En octubre del año pasado se detectó en Colombia y este año en Chile, Perú, Brasil, Uruguay y Argentina en diferentes especies de animales.
Un reporte de la Red de Expertos en Gripe de la Organización Mundial de Sanidad Animal (OMSA), que depende de Naciones Unidas, advirtió que hay riesgo de que el virus de la gripe aviar llegue a la Antártida y produciría un desastre con su fauna. Es uno de los dos únicos continentes -junto con Australia- que aún no se han visto afectados por el patógeno.
“El impacto negativo de este virus en la fauna antártica podría ser inmenso, probablemente peor que el de la fauna sudamericana”, advierte el informe.
La epidemia en aves empezó en 2020 cuando se detectó una nueva cepa del virus, que llaman “H5N1 clado 2.3.4.4b”. Esa cepa circuló en América del Norte y luego llegó a Sudamérica a través de las aves migratorias.
Esas aves pueden transportar el virus. A veces no tienen síntomas. En otras situaciones, también pueden enfermar. Si entran en contacto con aves de corral, como gallinas o pollos que están juntas y en grandes cantidades, se puede producir la transmisión del virus. También si los mamíferos están en contacto con aves infectadas pueden enfermarse por gripe aviar.
En Perú y Chile se han registrado la muerte de más de 500.000 aves marinas y 25.000 leones marinos, según el informe de los científicos.
Las pérdidas supusieron el 36% de la población de pelícanos peruanos de Perú y el 13% de los pingüinos de Humboldt de Chile. Además, la cantidad de lobos marinos de un pelo que fallecieron representa el 9% de la población de Perú y Chile.
En la Argentina, donde se declaró la emergencia sanitaria en febrero pasado, hubo brotes en aves silvestres y de corral. En agosto, se empezaron a confirmar brotes en lobos marinos de un pelo que habitan en colonias a lo largo de la costa atlántica, desde las costas de la provincia de Buenos Aires hasta Tierra del Fuego. El último brote fue confirmado por el Senasa el martes pasado en lobos marinos en el Balneario Mayor Buratovich, en la provincia de Buenos Aires.
Los expertos temen por el futuro de la fauna de la Antártida. Más de 100 millones de aves tienen crías allí y en las islas cercanas. Muchos mamíferos marinos nadan en las aguas circundantes. Algunas de esas especies, como el pingüino emperador y el lobo marino antártico, se agrupan en grandes colonias.
De acuerdo con el científico Ralph Vanstreels, investigador de un programa de salud de la vida silvestre de América Latina en la Universidad de California, Davis, Estados Unidos y coautor del informe, se podría producir “un número de muertes muy elevado” de animales si el virus de la gripe aviar circula y se transmite en la Antártida.
Como algunas aves vuelan habitualmente entre Sudamérica y la Antártida, podrían transportar el virus si están infectadas. Otras se dirigirán a sus lugares de cría en el continente blanco a partir de septiembre.
El impacto negativo de la gripe aviar en las poblaciones de aves y mamíferos silvestres antárticos “podría ser inmenso, tanto por su probable susceptibilidad a la mortalidad por este virus como por su presencia en densas colonias de hasta miles de pinnípedos y cientos de miles de aves, lo que permite una transmisión eficaz del virus”, escribieron los científicos.
Podría afectar a los pingüinos emperador y las pardelas cenicientas, que son especies de aves que ya enfrentan a otras amenazas, el cambio climático, la industria pesquera u otras actividades humanas.
También podría alterar a las poblaciones de lobo fino antártico: el 95% de la población vive en torno a una sola isla, lo que lo hace vulnerable a un brote.
También el grupo de expertos recomendó que las personas que residen en bases antárticas deberían tomar precauciones, al igual que las que trabajan con aves de corral en otras regiones del mundo. Deberían limpiar y desinfectar la ropa, el calzado y el equipo de campo antes de llegar a la Antártida y entre las visitas a las distintas zonas de fauna silvestre.
Se debe observar la fauna silvestre a distancia para detectar signos de enfermedad (en particular signos neurológicos) y mortalidad que sugieran la presencia de gripe aviar antes de visitarlas. Se debería cancelar la visita si se sospecha la presencia de gripe y notificar el hecho a las autoridades pertinentes.
También deberían usar equipos de protección personal. Los seres humanos también pueden contagiarse el virus de la gripe aviar por la cercanía con los animales infectados. Por ahora, el virus ha logrado afectar a pocas personas en el mundo, pero según advirtió la Organización Mundial de la Salud podría recombinarse y conseguir su transmisión entre humanos.
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