El 13 de diciembre se conmemoran 42 años del trágico asesinato de Florencia Angélica Rojas, una joven docente de la Escuela N°8, cuya vida fue arrebatada en un violento tiroteo en pleno centro de Río Grande. El incidente, ocurrido en la esquina de la Avenida San Martín y Espora, dejó una huella profunda en la comunidad fueguina, marcada por el dolor y la impunidad.

Aquella fatídica tarde de 1982, Florencia, quien paseaba por la ciudad en su vehículo junto a amigas, se convirtió en víctima de un ataque armado. Según los relatos de testigos, los disparos habrían provenido del Casino de Oficiales del BIM N°5, en un hecho que involucra al entonces contraalmirante Carlos Robacio. Se presume que este último, bajo los efectos del alcohol, dio la orden que desencadenó el fatal suceso.

El asesinato no solo truncó los sueños de Florencia, dejando a su pequeña hija sin su madre, sino que también expuso una dolorosa realidad: la falta de justicia. A pesar de las denuncias y testimonios, los responsables jamás enfrentaron consecuencias judiciales, consolidando una impunidad que resuena hasta el día de hoy.

Con el paso del tiempo, la memoria de Florencia se ha transformado en un símbolo de lucha contra el olvido y la injusticia. La comunidad sigue reclamando que, aunque las puertas de los tribunales no hayan ofrecido respuestas, el repudio social sea una forma de condena.

En este nuevo aniversario, el nombre de Florencia Angélica Rojas vuelve a ocupar un lugar en la memoria colectiva, como recordatorio de los oscuros capítulos vividos en aquellos años y la urgencia de construir una sociedad que no tolere la violencia ni la impunidad.