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Río Grande

Celia, la “Abuela Yeti”, celebra sus 104 años compartiendo su historia de vida y reflexiones

En un día especial, Celia, conocida como la "Abuela Yeti", celebra su cumpleaños número 104, rodeada de conocidos y admiradores que se acercan a saludarla. Nacida en un entorno rural y con una vida marcada por el trabajo arduo y momentos históricos trascendentales, esta mujer sorprende con su vitalidad y sabiduría.

Celia atribuye su longevidad a la voluntad divina y a una vida activa: “He trabajado en todos los oficios del campo, criado hijos, fui instrumentadora y soy profesora de economía doméstica. Puedo hacer cualquier cosa, desde usar un calibre hasta coser a máquina”, expresó con orgullo. Su fortaleza física y su habilidad para enfrentar desafíos cotidianos son testimonio de su espíritu inquebrantable.

La familia de Celia también tiene una historia notable de longevidad. Su abuelo, quien afirmaba ser araucano y perteneciente a la tribu de los Catriel, vivió hasta los 127 años, según sus relatos. Celia recuerda: “Él decía que sabía cuándo iba a morir. Se vistió con su traje, se acostó y simplemente se fue”.

Una vida de trabajo y aprendizajes

A lo largo de su vida, Celia desempeñó diversos roles, desde enfermera en Buenos Aires hasta modista de alta costura en su ciudad actual. Durante la pandemia, decidió dejar de confeccionar vestidos por precaución sanitaria, pero continuó haciendo arreglos menores.

En su tiempo libre, esta multifacética mujer ha disfrutado de actividades como enlazar terneros, ordeñar vacas y bailar. Sin embargo, nunca pisó un gimnasio: “El trabajo del campo ya era suficiente ejercicio”, bromeó.

Testigo de la historia argentina

Celia vivió momentos históricos que marcaron al país, como la Revolución de 1955, donde estuvo presente en la Plaza de Mayo. Incluso resultó herida por un disparo durante los disturbios. Con recuerdos nítidos, narró los horrores de las bombas y las pérdidas humanas de ese día.

Reflexiones para las nuevas generaciones

Con una claridad y serenidad admirables, Celia dejó un mensaje para la juventud: “La educación empieza en casa. Los maestros enseñan, pero la formación de valores es tarea de la familia. Alimentemos el amor, no el odio”.

Al cierre de la entrevista, Celia agradeció las visitas y expresó su deseo de pasar el día rodeada de cariño. Para ella, la vida es sencilla: “Hay que tomarla como viene, siempre tratando de hacer lo mejor”.

Un ejemplo de fortaleza, resiliencia y amor por la vida, Celia celebra un siglo de experiencias que inspiran a todos los que tienen el privilegio de conocerla.

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