
Mónica Aldávez, dueña de la Chacra Las Tres Niñas, compartió los desafíos y esfuerzos continuos que enfrenta junto a su cooperativa avícola para garantizar la producción de huevos frescos y fomentar la soberanía alimentaria en la región, a pesar de las difíciles condiciones climáticas.
Aldávez explicó las complicaciones que traen las bajas temperaturas, el hielo y la escarcha. "Anduvimos casi toda la noche cuidando a las gallinas porque había agua por todos lados", comentó. Sin embargo, gracias al apoyo y la coordinación entre los miembros de la cooperativa, han logrado mantener a las gallinas en condiciones adecuadas para la producción. "Estamos en contacto los componentes de la cooperativa y nos damos una mano, pusimos pale, nailo, arriba la serrín y estamos continuamente cuidándolas", detalló. Este trabajo en equipo ha sido crucial para superar las adversidades y garantizar que las gallinas estén calentitas y bien alimentadas.
Con alrededor de 400 gallinas, de las cuales Aldávez posee 100, la cooperativa se enfoca en la soberanía alimentaria, asegurando que la comunidad no dependa exclusivamente de los camiones para su abastecimiento. "Por lo menos nosotros en nuestros tres lugares que tenemos para vender huevos pudimos cumplir con la población", señaló, subrayando la importancia de la producción local para enfrentar los cortes de ruta y otros obstáculos logísticos. Esta independencia es vital, especialmente en situaciones climáticas extremas, donde el transporte de alimentos puede verse interrumpido.
La cooperativa, con apenas un año desde su formación, ha mostrado un crecimiento notable, a pesar de los desafíos económicos. Aldávez destacó el apoyo estatal y municipal, así como la colaboración del INTA, fundamental para el desarrollo continuo de la cooperativa. "Estamos creciendo, estamos creciendo a los ponchazos pero ahí vamos", indicó. El respaldo de estas instituciones ha permitido que la cooperativa continúe su labor y siga creciendo, aunque el camino no siempre ha sido fácil.
Aldávez también resaltó la satisfacción personal y comunitaria que obtiene de su trabajo. "Me encanta levantarme a la mañana, sentarme a tomar un café, abrir la cortina y ver todo esto nevado, te da tranquilidad", compartió. A pesar de las dificultades, encuentra alegría en saber que su trabajo contribuye directamente al bienestar de su comunidad. "Me pone muy contenta cuando vendo los huevos y la gente los lleva con tantas ganas para comer porque me dicen que ricos que son, que distintos que son y eso te llena el alma", añadió.
La diferencia en la calidad de sus productos, según Aldávez, radica en cómo están criadas las gallinas. "Son gallinas de patio, no están encerradas, no están estresadas, no tienen ruido", explicó. Este entorno natural y libre de estrés se refleja en la calidad de los huevos, que son frescos y libres de medicamentos. Aldávez aboga por un regreso a métodos más naturales de producción, que considera beneficiosos tanto para los animales como para los consumidores.
Finalmente, Aldávez subrayó la importancia de la participación comunitaria en la soberanía alimentaria. "Está bueno que la gente se siga sumando en la soberanía alimentaria", dijo, señalando que hay otros grupos avícolas en formación. La cooperación entre diferentes grupos y la expansión de estas iniciativas son cruciales para cumplir con la demanda de una población en crecimiento. "Si queremos una soberanía alimentaria, tenemos que estar todos, todos tratando de sacar adelante y que podamos tener para cumplir con la población", concluyó.
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