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Río Grande

Crisis en los almacenes: "Si repones, repones de otra calidad"

Luis Schriber, integrante del Centro de Almaceneros y de la Cámara de Comercio de Río Grande, compartió su visión crítica sobre la situación económica de Argentina y el impacto tangible en el sector comercial. Schriber describió un panorama difícil, donde, a pesar de los anuncios oficiales sobre un supuesto "veranito financiero" que promete estabilidad en el dólar y una baja en la inflación, la realidad para comerciantes y consumidores es completamente opuesta.

Desde el inicio de la charla, Schriber dejó claro que para los pequeños y medianos comerciantes no existe tal “veranito”. Explicó que, aunque los datos oficiales indican una inflación contenida y estabilidad financiera, “la gente cada vez compra menos y opta por productos más baratos”. Según él, estos datos no se reflejan en el día a día de los consumidores ni de los comerciantes, quienes enfrentan una contracción en la demanda: "Estamos a mitad de mes y ya se siente como si fuera fin de mes en términos de ventas. La gente apenas puede comprar lo básico, y muchas veces tiene que priorizar entre una cosa y otra".

Uno de los cambios más notorios que mencionó fue en el acceso y financiamiento de mercadería. Schriber relató que antes podía realizar pedidos de cigarrillos, uno de los productos con mayor rotación en su comercio, y pagarlos al momento de recibir la mercadería. "Antes, hacía el pedido y pagaba al recibir, tenía la estantería llena", recordó. Sin embargo, actualmente, la situación ha cambiado: debido a la falta de liquidez, debe comprar en efectivo, lo cual limita sus posibilidades de abastecimiento. “Hoy la estantería está vacía; apenas tengo la cuarta parte de lo que solía tener”, comentó, subrayando que esta situación lo obliga a mantener un inventario menor, afectando directamente su capacidad de venta.

Schriber también describió cómo esta crisis se siente en los hogares. Comentó que los consumidores han tenido que cambiar productos de mejor calidad por opciones más baratas y que muchas familias ya no compran de la misma manera que antes. “Un oyente me decía que ya no puede comprar detergente como antes; ahora debe mezclarlo con agua para hacerlo rendir más”, relató, reflejando cómo las familias han tenido que recurrir a estrategias para estirar lo poco que pueden adquirir. Según Schriber, esta es una de las señales más claras de cómo la economía del país ha afectado la calidad de vida de la gente.

Otro aspecto crítico que abordó fue el aumento de los precios de la mercadería y los servicios básicos. A pesar de las declaraciones de baja inflación, Schriber afirmó que los precios han subido drásticamente en pocos meses. Puso como ejemplo el caso de la carne en Río Grande, donde asegura que en las últimas semanas el precio ha incrementado de manera sostenida, alcanzando un alza acumulada de alrededor de un 8% en solo un mes. "Nos dicen que la inflación subió un 2%, pero en el supermercado todo sube cada semana. La gente no lo cree, y mucho menos nosotros", comentó, mostrando su descontento con la disparidad entre los datos oficiales y la realidad cotidiana.

En cuanto a los servicios públicos, el comerciante también expresó su frustración. Explicó que el costo de la electricidad ha tenido un aumento considerable, y aunque las tarifas no aumentan oficialmente cada mes, el impacto en el bolsillo de las familias es notorio. "Uno va a pagar la luz y te das cuenta que el aumento es significativo, comparado con hace un año o menos. Es impresionante cómo vacían el bolsillo de la gente", agregó, destacando que los costos de servicios esenciales se han vuelto una carga insostenible para muchas familias.

Schriber también se mostró preocupado por el enfoque del gobierno en atraer grandes cadenas de supermercados en lugar de invertir en la producción y creación de empleo en el sector productivo. Mencionó como ejemplo el reciente acuerdo con Carrefour, donde el gobierno celebró la llegada de inversiones, aunque, según él, esta situación solo beneficia a las grandes empresas en lugar de ayudar a la economía local. “Lo que necesitamos no son más lugares de venta, sino puestos de trabajo en sectores de producción”, enfatizó.

Finalmente, Luis Schriber destacó cómo esta situación económica está afectando también el ánimo y la salud mental de los consumidores. Según él, el deterioro económico genera un impacto psicológico importante en la gente, lo que se refleja en la actitud de los clientes cuando ingresan al comercio. “Uno nota que muchos vienen con la cabeza baja, deprimidos. No es solo una cuestión económica, es el desánimo de saber que la situación no mejora”, comentó.

Al cierre de la entrevista, Schriber fue contundente al afirmar que el supuesto “veranito financiero” no es más que un espejismo, una percepción que no llega a la realidad de la mayoría de los argentinos. “Agradecemos a aquellos que se esfuerzan por sacar el país adelante, pero la verdad es que los comercios y las familias están pasando por una situación muy difícil”, concluyó.

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