En la ciudad de Río Grande, los peatones enfrentan diariamente una serie de desafíos al transitar por las veredas. La situación ha generado numerosas quejas entre los vecinos que no poseen vehículos y dependen de las veredas para movilizarse.
Uno de los principales problemas es el mal estado de las veredas, que a menudo se encuentran intransitables no solo por su deterioro, sino también por vehículos abandonados y otros estacionados directamente sobre la vereda. Esta práctica es especialmente frustrante para los peatones cuando se observa que algunos de estos vehículos tienen garaje propio pero prefieren dejarlos en la vereda para no ensuciar sus cocheras.
Mientras tanto, muchos conductores también se quejan del estado de las calles y argumentan que no se debe estacionar en la vereda. Sin embargo, algunos se comportan como si fueran los dueños de la vereda, alegando ser frentistas y negando el derecho del peatón a transitar libremente.
La comunidad ha señalado que el personal de tránsito debería ampliar su radio de acción, alejándose del centro y de zonas como los hospitales para inspeccionar los barrios donde los peatones enfrentan más problemas. Las multas y regulaciones se aplican con frecuencia en áreas céntricas, pero la situación en los barrios sigue siendo crítica y sin supervisión adecuada.
Durante los días de grandes nevadas y heladas, la situación se agrava aún más. Las veredas, ya en mal estado, se vuelven intransitables, obligando a los peatones a caminar por la calle, aumentando el riesgo de accidentes. La falta de mantenimiento adecuado y la limpieza de las veredas durante estos días ha sido otro punto de crítica constante.
A pesar de que existen ordenanzas que regulan el estacionamiento en las veredas y la obligación de mantenerlas limpias, muchos conductores no las respetan. La normativa parece ser ignorada, y los peatones son los más afectados por esta situación. La falta de acción por parte de las autoridades para hacer cumplir estas reglas contribuye a que el calvario de ser peatón en Río Grande continúe sin resolverse. Los peatones solicitan al municipio que haga cumplir la ordenanza y que se apliquen multas, tal como se estipula, a los frentistas que no limpian las veredas del hielo y de la nieve, y que no las mantienen en condiciones para ser transitadas.
A veces, no se entiende la situación. Si el propietario del vehículo está al piquete haciendo un corte en la vereda o prohíbe el tránsito a los peatones, es difícil saber. Los peatones se ven obligados a bajar a la calle, y en caso de un accidente, la culpa recae en el peatón por transitar por donde no debería.
Es irónico cómo muchos conductores se quejan por el estado de las calles, pero son ellos mismos los que estacionan sobre la vereda, invadiendo el espacio del peatón. Esta contradicción queda a la vista de todos, menos de quienes deberían regularizar esta situación, lo que convierte el simple acto de caminar por la ciudad en un verdadero calvario.
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