Frente al polémico video que se viralizó en las redes sociales sobre una embarcación que embestía a una ballena en las aguas del Canal de Beagle. El biólogo e investigador principal del CADIC, Adrián Schiavini, aseguró que “debemos respetar a 50 metros del animal, no dar motor y, si me choca, dejarla que se vaya. No creo que haya producido un daño severo, no hay que dramatizar tanto con este evento”.
Hasta entonces, “no se ha encontrado un cadáver de ballena, ni un animal herido. Hay que entender que cuando una embarcación, más que nada en ese tipo, que el barco desplaza casi 5 mil kilos, en el agua no acelera ni frena como un auto. Cuando uno navega, debe saber que adquirir velocidad va a llevar un tiempo y no va a frenar enseguida" dijo. Sin embargo, “la navegación en el Canal Beagle es una de las atracciones turísticas más importantes de la provincia. Vienen por la cuestión imaginaria-icónica del Fin del Mundo, otra es el paisaje y por último la fauna marina. Por eso debemos cuidarnos y tener un comportamiento precavido. Los navegantes deportivos deben tener un comportamiento solidario con el ambiente y con quienes también disfrutan este avistamiento".
En este sentido, aclaró que “cuando uno se aproxima a un objeto que flota, lo haga previendo que la maniobra llevará un tiempo. Uno puede invertir la caja de cambio del velero para ir marcha atrás, pero no frena como un auto. Por lo tanto, la recomendación es aproximarse en paralelo, sin motor y siempre manteniendo una distancia de, por lo menos, un largo del animal. De esta forma, se asegura que, si el animal reacciona violentamente, no golpeará al velero, ni el velero al animal”. Por lo que “el sentido común indica que, si me aproximo a un individuo que está flotando, lo hago de la manera más segura posible. Sobre todo, en las condiciones climáticas que estamos viendo: no hay mar rizado, o mucho viento. En un mar calmo se pueden ver hasta objetos muy pequeños. No hay argumentos para decir que no se vio algo".
En el video, se observa su acercamiento hacia la ballena. Por lo tanto, no solo es un riesgo para los tripulantes, sino que también para la especie que fue irrumpida en su hábitat natural. “No solo el velero, sino que el bote también se arrima demasiado. No hay que acelerar para ir a un cetáceo que está flotando. Hay que dar impulso y esperar a que esto te lleve al individuo. Siempre pensando en su seguridad y la de la embarcación. Si un individuo de 15 toneladas da un coletazo, el gomón puede darse vuelta y las personas terminan en el agua. Es una sucesión de eventos que se podrían haber evitado” finalizó.
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