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Ushuaia

Menos costos y más salud: el innovador método que permite conocer el estado de contaminación del agua de Ushuaia

En Ushuaia, también conocida como "la ciudad del fin del mundo", las tonalidades azules no pasan desapercibidas. Situada en el extremo más austral de la República Argentina, en la provincia de Tierra del Fuego, reafirma en cada uno de sus paisajes que el agua es mucho más que un recurso, es parte de su identidad.

La naturaleza de su geografía hace que, además de bordear el mar, la capital fueguina esté atravesada por ríos, arroyos y lagunas urbanas, presentes en el día a día de los ciudadanos que habitan este destino de ensueños. Particularmente las últimas, representan un punto de interés para Soledad Diodato, investigadora del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) y del Centro Austral de Investigaciones Científicas (CADIC), quien, junto a su equipo de trabajo, se propuso realizar una evaluación ambiental del agua que conforma las lagunas.

Evaluación del agua, un proceso fundamental en el "fin del mundo"

Llevar a cabo estudios de manera periódica que permitan a la población conocer la calidad del recurso con el que coexisten a diario es una necesidad para los ushuaienses, cuya relevancia es directamente proporcional al crecimiento demográfico que experimenta su provincia desde hace más de diez años.

Si se comparan los resultados del censo de 2010 con los de 2022, puede observarse que el aumento poblacional de Tierra del Fuego fue de casi un 50%, con 58,527 nuevos habitantes, mientras que puntualmente en Ushuaia se registraron 23,415 personas más, según datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC).

Dentro de este contexto, Diodato se encuentra en la búsqueda de nuevas herramientas que permitan complementar los sistemas vigentes de examinación del agua, pues se trata de procesos costosos y los recursos para realizarlos escasean. Para ello, tiene como objetivo utilizar pequeños microorganismos presentes en el agua que actúen como bioindicadores de contaminación y, a través de ensayos de toxicidad, permitan realizar una suerte de "radiografía" de su estado.

En diálogo con El Cronista, la experta enfatizó sobre la necesidad de conocer científicamente en qué condiciones se encuentra el agua de las lagunas urbanas, algunas de las cuales son reservas municipales de gran relevancia. Para ello, se están implementando mediciones del agua en función de distintos parámetros, entre los que se encuentran los bioindicadores que investiga la científica.

El monitoreo tradicional que se utiliza para evaluar la calidad del recurso acuífero consiste en tomar diversas muestras de agua o sedimento y analizarlas en el laboratorio para determinar cuál es su nivel de pureza o, en otras palabras, qué tan contaminada está.

En línea con los sistemas de medición tradicionales, la investigación busca utilizar organismos del zooplancton para obtener información crucial sobre el estado del agua. Estos seres vivos son pequeños animales que flotan con la corriente, de carácter microscópico e incapaces de nadar por sus propios medios.

La importancia de poder implementar este mecanismo en Ushuaia radica en que, al utilizar especies que ya están adaptadas a la temperatura, la luz y demás condiciones ambientales específicas, cualquier cambio en su naturaleza, por ejemplo en el ritmo de crecimiento, en la manera de reproducirse o incluso en función de si sus enzimas aumentan o disminuyen, puede reflejar qué tan óptimas son las condiciones del agua. A este tipo de "señales naturales" se las conoce como "biomarcadores".

Imagen al microscopio de un cladócero que se utiliza para realizar los bioensayos de toxicidad.

Fuente: Soledad Diodato

Nuevas herramientas, menos costos y más información

Según lo explica Diodato, el análisis del agua en laboratorio implica un costo de equipos de más de 1000 dólares por una sola muestra, como mínimo. El problema es que al analizar los componentes de las aguas urbanas, es común la presencia de afluentes cloacales, que a su vez contienen gran variedad de compuestos emergentes, desde materia orgánica general hasta medicamentos u otros químicos, por lo que distinguir en un laboratorio cada uno de ellos puede resultar considerablemente costoso.

En ese sentido, el recurso financiero no es el único impedimento que enfrenta el monitoreo vigente, sino que "en Argentina son muy pocos los lugares a los que se pueden enviar muestras para determinar cada uno de estos compuestos", explica la investigadora.

Bioensayo experimental de laboratorio en el que trabaja la científica. Fuente: Soledad Diodato

Así, Diodato resaltó que utilizar ensayos con este tipo de microorganismos tendría un impacto económico positivo en función de la frecuencia en la que deberían realizarse las muestras: "abarataría muchísimo los costos porque, siempre de manera complementaria, se pueden utilizar como una alerta temprana para prever situaciones de contaminación o, si la calidad del agua se mantiene, en lugar de hacer los estudios químicos una vez por mes o cada dos o tres meses, pueden hacerse cada seis meses", afirma.

El agua y la urbanización no se llevan bien, pero deben hacerlo

"El hecho de no conocer la calidad del agua nos afecta como ciudadanos en el día a día [...]el estar en contacto con agua contaminada tiene una principal consecuencia en la salud", afirma la científica. Es que en Ushuaia, es tal la proximidad de las viviendas de los habitantes a los ríos, arroyos y lagunas que estos espacios se convierten en lugares frecuentes de juego para los niños, así como también en puntos estratégicos que las familias eligen para tomar mate. "Hay gente que colecta agua pensando que es para consumir, que es potable y hay muchos casos de gastroenteritis porque está contaminada", explica.

Sin embargo, en términos del agua que se utiliza para beber, por el momento no representa una preocupación para los científicos gracias a que las tomas de potabilización se encuentran en los puntos más altos de la montaña y allí la contaminación del hombre no ha llegado. En palabras de Diodato, el agua que se bebe en la ciudad es "de excelente calidad". No obstante, no es el caso de los arroyos y ríos que desembocan en la zona costera, donde la experta afirma que la contaminación es una realidad gracias a que los afluentes cloacales se vuelcan sin ningún tipo de tratamiento.

En consecuencia, la contaminación visual emerge como otra problemática que afecta a ciudadanos y turistas, sin embargo, más allá de los olores desagradables y el contraste que puede generarse con las vistas paradisíacas, el estado del agua también tiene un impacto directo a nivel biológico, que repercute en el resto de los seres vivos presentes en esos ecosistemas.

Por ello, frente a un panorama donde el azul prevalece y se posiciona como elemento de sumo valor, Diodato destaca la importancia de poder implementar a futuro esta metodología con apoyo de la gestión provincial y nacional, para que los especialistas puedan realizar las investigaciones correspondientes y brindar sugerencias que permitan resguardar el bienestar del agua fueguina, garantizando así la salud de todas las personas que, con orgullo albiceleste, deciden transcurrir sus días, en el fin del mundo.

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