El 18 de junio, Ana Bionditi, una viajera frecuente y profesora de educación física, experimentó una situación angustiante durante su vuelo de Buenos Aires a Ushuaia con Flybondi. Ana, de 55 años, quien describe a Ushuaia como "esa ciudad tan divina que nos tiene a todos enamorados", compartió su experiencia en detalle.
Ana explicó: "Viajé por placer, por segunda vez a Ushuaia. Tomé el vuelo de la mañana y, como siempre, tomé todas las previsiones con respecto a glucosa, a comer algo dulce, a comer unas nueces, como para tener ese sustento y que el viaje sea placentero. Lamentablemente, más allá de haber tomado las previsiones, no fue mi caso, como tampoco lo fue de mis compañeros de viaje. Padecimos todos, cuatro personas en total, una descompensación bastante importante. La mía fue con dos desmayos durante el vuelo".
A pesar de ser una deportista activa y tener una salud robusta, Ana sufrió una descompensación inesperada. "Tengo 55 años, soy deportista, soy profesora de educación física, juego torneos de tenis con elevada exigencia física. Además, soy viajera internacional frecuente, con viajes de 12, 14 y hasta 16 horas. Jamás tuve ningún tipo de inconvenientes con respecto al malestar, el desmayo y la pérdida de conciencia que padecí en este vuelo", señaló.
El vuelo de tres horas y media tuvo que reducirse a dos horas cuarenta debido a su estado de salud. Ana narró cómo todo empezó: "Al haber despegado el avión, me duermo un rato y después de que me despierto empiezo a sentir una falta de aire tremenda. Me desabrigo y veo que mi compañera del lado derecho buscaba algo en el aire. Luego cae en sus brazos con un peso muerto sobre mi pierna. Le digo a mis compañeras de asiento que me dejen pasar porque me siento muy mal, y de ahí no recuerdo nada más".
El protocolo de emergencia del avión fue caótico, según Ana. "Pidieron si había algún médico en el avión, asistieron dos mujeres. Pidieron un tensiómetro y un botiquín. El botiquín estaba trabado y no pudieron extraerlo. Trajeron un tensiómetro de la parte delantera del avión, que no funcionaba bien. La médica dijo que tenía 190 de presión, pero las médicas comentaron que no podía ser que viajen en estas condiciones sin tener los elementos de primeros auxilios a mano".
A pesar de la gravedad de la situación, Ana destacó la actitud del personal de vuelo. "Quiero resaltar el trato maravilloso del personal del avión. Una de las zapatas, después de todo el acontecimiento, me dijo que era su primer vuelo y su primera situación así de salud con un pasajero".
En el momento crítico, Ana relató cómo, aunque estaba semiinconsciente, podía escuchar y sentir lo que ocurría a su alrededor: "Me desperté con las piernas levantadas, rodeada de personas. Mi amiga, que estaba sentada en fila 9, me contó que pidieron ayuda médica y dos mujeres respondieron. Sin embargo, la situación fue muy traumática porque no había un tensiómetro adecuado ni un botiquín disponible de inmediato. Todo esto fue lo que me relató mi amiga", explicó Ana.
El personal de vuelo, a pesar de ser joven e inexperto, hizo todo lo posible para manejar la situación. "Una de las zapatas, después de todo el acontecimiento, me dijo que era su primer vuelo y su primera situación así de salud con un pasajero. A pesar de su inexperiencia, trataron de ayudar lo mejor que pudieron", añadió Ana.
Este incidente pone de manifiesto la necesidad urgente de mejoras en los procedimientos de emergencia y la disponibilidad de equipos médicos en los vuelos comerciales de esta empresa Low Cost "No puede ser que viajen en estas condiciones sin tener los elementos de primeros auxilios a mano", enfatizó Ana.
Finalmente, tras el aterrizaje, Ana fue atendida por el personal médico en el aeropuerto. "A pesar de todo, el personal del avión hizo lo mejor que pudo. Es crucial que las aerolíneas estén mejor preparadas para estas situaciones. La seguridad y el bienestar de los pasajeros deben ser siempre la prioridad", concluyó.
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