El transporte público en varias provincias del país quedará paralizado este jueves 22 y viernes 23 de agosto debido a un paro de colectivos convocado por la Unión Tranviarios Automotor (UTA) y ratificado este miércoles tras el fracaso de una reunión en la Secretaría de Trabajo. El conflicto se originó por la falta de acuerdo salarial entre los trabajadores y las empresas de transporte, además de la crisis provocada por la falta de subsidios para las provincias, en contraste con los beneficios que recibe el Área Metropolitana de Buenos Aires (Amba).
El paro de 48 horas afectará tanto los servicios urbanos como interurbanos, exponiendo las profundas desigualdades en la distribución de subsidios entre el Amba y las provincias. Mientras que la región metropolitana cuenta con un apoyo sustancial del gobierno nacional, el resto del país enfrenta un panorama de desfinanciamiento que compromete seriamente la operatividad del transporte público.
En Río Grande, donde el servicio está a cargo de la empresa City Bus, la medida de fuerza será total, sin la previsión de servicios mínimos. José Zampedri, secretario gremial de la UTA seccional Río Grande, confirmó la firmeza del paro: "No se presentó ningún tipo de propuesta, así que no hay forma de medir si estamos cerca de un acuerdo o no, porque no hay respuesta del otro lado". Zampedri también destacó la grave situación que enfrentan los trabajadores del transporte en el interior del país, afectados por la falta de recursos y el deterioro de las condiciones laborales.
El paro agrava aún más la situación en Río Grande, donde el servicio de transporte público ya es considerado pésimo por los usuarios. Las deficiencias en la frecuencia de los colectivos, el mal estado de las unidades y la falta de personal han generado múltiples quejas, con pasajeros que a menudo esperan durante más de una hora para poder tomar un colectivo. "El problema más grande que hay es el deterioro de las unidades y la falta de personal. No podemos cubrir los servicios cuando hay ausencias por razones de salud. Además, estamos recibiendo muchas quejas de los pasajeros por la espera prolongada de los colectivos", afirmó Zampedri.
Zampedri también hizo hincapié en el desgaste que este servicio deficiente ha causado tanto en los trabajadores como en los usuarios. "Hoy estamos en una situación muy, pero muy complicada. Venimos acarreando problemas desde hace mucho tiempo, no es de este año ni de este gobierno. Venimos con problemas de sueldo desde hace un buen tiempo y el servicio también se ha ido desmejorando", explicó. Esta situación ha llevado a un creciente malestar entre los usuarios, quienes se ven frustrados por la falta de respuestas tanto de la empresa como de las autoridades competentes.
El secretario gremial añadió que los pasajeros, al no obtener respuestas sobre las deficiencias del servicio, han comenzado a dirigir sus reclamos directamente hacia los choferes, generando situaciones de tensión. "Tenemos muchos problemas con el maltrato de los pasajeros a los choferes, que obviamente siempre surge porque el chofer es el primero en recibir el reclamo. Es el que pone la cara y la gente, al no tener respuesta desde la empresa o desde los entes que se encargan del control, se la agarra con el chofer", lamentó Zampedri. Esta dinámica ha exacerbado un ambiente ya de por sí tenso, con los trabajadores del transporte atrapados entre la falta de recursos y la creciente insatisfacción del público.
El paro de 48 horas no solo representa un desafío logístico para los ciudadanos que dependen del transporte público, sino que también pone de relieve la urgente necesidad de una solución integral que aborde tanto las demandas salariales de los trabajadores como las mejoras necesarias en la infraestructura del servicio. Con un sistema al borde del colapso, el paro en Río Grande no hace más que profundizar la crisis en un servicio que, según los propios trabajadores, se encuentra en un estado crítico y requiere una intervención inmediata para evitar un deterioro aún mayor.
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