Los científicos utilizaron 35 millones de horas de cálculo durante dos años para elaborar una serie de modelos y simulaciones hasta mediados de siglo, y descubrieron que la circulación de aguas profundas en la Antártida podría debilitarse al doble de velocidad que en el Atlántico Norte.
"Se trata de enormes volúmenes de agua (...) y son partes del océano que permancieron estables durante mucho tiempo", declaró Matthew England, oceanógrafo de la Universidad de Nueva Gales del Sur, Australia, y coautor del estudio.
El vuelco del océano permite que los nutrientes asciendan desde el fondo, y el océano Antártico sustenta aproximadamente tres cuartas partes de la producción mundial de fitoplancton, la base de la cadena alimentaria, señaló un segundo coautor del estudio, Steve Rintoul.
"Si ralentizamos el hundimiento cerca de la Antártida, ralentizamos toda la circulación y, por tanto, también reducimos la cantidad de nutrientes que vuelven a la superficie desde las profundidades del océano", explicó Rintoul, investigador de la Organización de investigación Científica e Industrial de la Commonwealth (CSIRO) de Australia.
Las conclusiones del estudio también sugieren que el océano no podría absorber tanto dióxido de carbono al estratificarse más sus capas superiores, lo que dejaría más CO2 en la atmósfera.
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