La leyenda dice que a su creador le alcanzó una tarde para llevar adelante esa programación que revolucionó el mundo del entretenimiento, y los expertos dicen que no hay nada de mito en esa afirmación: lo difícil, respecto de la creación del Tetris, era tener la idea. Llevarla a cabo en términos de su diseño digital no tenía grandes complicaciones. Así que Pazhintov tuvo la idea, la concretó y, sin confiar en absoluto en el impacto de su creación más allá del que tendría en su propia vida cotidiana, les mostró a algunos compañeros de trabajo lo que había hecho. El resultado fue inmediato: todos quisieron jugar, todos jugaron, todos se divirtieron, todos le dijeron que había inventado algo grande. Cuarenta años después, no hay dudas: todos tenían razón.
El juego desafía al jugador a que, a una velocidad cada vez mayor, organice los tetrominós que van apareciendo para completar filas enteras sin ningún hueco y que así esas filas desaparezcan y dejen espacio para nuevas piezas. A medida que transcurren los minutos, la velocidad se acelera y el ritmo de la música también. Lo que está a prueba, al mismo tiempo, es cierta resolución rápida, hasta reflejos de quien esté jugando, y también la posibilidad de construir una estrategia para ir acomodando las piezas.
La simpleza del juego es tal vez una de las claves de su éxito a lo largo de tantos años. Lo siguen jugando personas que lo descubrieron hace casi medio siglo y todavía lo aman, y lo empiezan a jugar los más chicos a medida que se van enterando de su existencia. No está ligado a ningún personaje o moda demasiado coyuntural y desafía tres aspectos que nunca caen en desuso: la lógica, la velocidad de reacción y la estrategia. Un combo exitoso.
Tan exitoso que hace apenas algunos meses, en enero, un jugador profesional de Tetris logró por primera vez algo que ningún otro humano había conseguido: “crashear” el juego, es decir, “congelar” la partida en lo que se considera el final del video juego. Tardó nada más que 38 minutos, jugando a la versión de Tetris diseñada para Nintendo Entertainment System (NES), y dijo, atónito frente a la hazaña que acababa de conseguir: “No siento los dedos”. Pero tal vez el dato más relevante para esta nota respecto del récord es que quien lo consiguió, Willis Gibson, tiene apenas 13 años. Confirmado: el Tetris resiste sin problemas el paso del tiempo.
Sin embargo, un compañero de Pazhintov que también trabajaba en la Academia de Ciencias, logró adaptar la programación del Tetris a IBM PC y luego, ya distribuido gratuitamente en Hungría, fue programado para Commodore 64 y Apple II. Fue Robert Stein, un empresario húngaro, quien intentó comprar los derechos para explotar el Tetris después de verlo en una feria de videojuegos de su país. Y aunque esa negociación no avanzó, Stein se las arregló para vender la idea (que había robado) a una empresa británica y a su filial estadounidense.
En 1987, Tetris se vendía en Europa y en Estados Unidos con una leyenda que decía: “Fabricado en Estados Unidos, creado en el extranjero”. Dos años después, el lanzamiento de la consola portátil e individual Game Boy sería la consagración definitiva del juego creado en Moscú, luego de que la compañía Nintendo comprara sus derechos de explotación. Ya sería difícil ir por el mundo sin tener idea de qué eran esas piezas que caían sin parar y que había que poner en orden para sobrevivir.
La primera investigación que se hizo alrededor del Tetris detectó, a través de medir tasas de glucosa, que sostener el hábito de jugarlo puede llevar a una actividad más eficiente durante la partida. Pero además, ese mismo análisis determinó que la práctica de media hora de Tetris por día durante al menos tres meses incrementa funciones cognitivas como el razonamiento, el procesamiento del lenguaje y el pensamiento crítico, a la vez que aumenta el espesor de la corteza cerebral.
Hacia 2009, un equipo de la Universidad de Oxford encabezado por la Dra. Emily Holmes investigó los efectos de la práctica sostenida de Tetris en personas que habían sido expuestas a experiencias o materiales traumáticos recientemente. El equipo detectó que esa práctica sostenida lograba reducir el número de flashbacks hacia esas escenas traumáticas que padecían quienes habían sido expuestos. En personas diagnosticadas con estrés postraumático, lograron que jugar al Tetris una vez a la semana durante 25 minutos y por varias semanas redujera la aparición de esos flashbacks, y confirmaron que cuanto más cercana era la práctica del juego a la experiencia traumática, mejores eran los resultados.
Sólo contando las copias que se vendieron -y no las que se piratearon, las que se descargan gratuitamente, las que se juegan online- hay más de 500 millones de usuarios del Tetris: como si se multiplicara la población argentina por diez. El videojuego fue el primero en ser jugado en el espacio exterior y el Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA) expone el Tetris original diseñado por Pazhitnov.
Está lleno de gente como usted, que escucha la melodía y prepara los dedos para rotar las piezas, cada vez más rápido, a puro reflejos y lógica. Desde hace cuatro décadas y sin señales de que su popularidad esté en retirada.
Cierre los ojos. Vuelva a su niñez, a su adolescencia o incluso a los años de su adultez. Sea una criatura o sea el tío, la madrina, el padre o madre que acompaña a algún chico a divertirse un rato delante de una consola, de un smartphone, o en medio de uno de esos enormes salones bulliciosos que nos hicieron felices y a los que llamaremos para siempre “fichines”, y que destina unos pesos también al entretenimiento propio.
Popularidad pirata
Métase con la mente en un Sacoa. Si prefiere el enorme subsuelo de la peatonal San Martín de Mar del Plata porque es el Sacoa que más felices hizo a los argentinos y usted es uno de ellos, no dude: pase nomás.
Pero para esa expansión todavía faltaba. Primero hay que ubicarse en una oficina de la Academia de Ciencias que la Unión Soviética tenía en Moscú. Más específicamente en la oficina de Alekséi Pázhitnov, un ingeniero informático al que le gustaban los rompecabezas. Le gustaba especialmente un juego de mesa, el pentominó, que implica encajar piezas geométricas en una caja de madera, cada una formada por cinco cuadrados. Pensó que quería algo parecido pero para jugar en su computadora en los tiempos muertos de la oficina. Y puso manos a la obra.
La clave del éxito: reflejos, lógica y estrategia
“Es un juego muy sencillo y es muy fácil progresar en sus niveles. Por otro lado, utiliza patrones que facilitan el aprendizaje: empezás muy despacio, en un nivel muy sencillo, y mejorás mucho. Eso es lo que te hace disfrutar, ver que mejorás. El tercer factor es que es un juego muy pacífico, no hay disparos ni sangre, no es violento, te da la impresión de estar construyendo algo, no de destruir”, describió hace algunos años Pazhitnov cuando le preguntaron por qué su Tetris había resultado tan exitoso.
Jugar Tetris es muy bueno
Eso que Pazhintov inventó para divertirse un rato y que se convirtió en un fenómeno de masas es, también, según varias investigaciones científicas, un hábito que puede deparar beneficios para quienes lo practiquen.
El Tetris se popularizó en casi todas las consolas y plataformas.
En 2013, una investigación encabezada por Robert Hess determinó que la práctica de Tetris ayuda a adolescentes que padecen ambliopía (llamada también “ojo perezoso”). Según Hess, que llevó adelante la investigación en Canadá, la concentración visual que requiere el juego logra entrenar el ojo con mayor eficacia que emparchar el ojo “no perezoso”.Uno que juguemos todos
Cierre los ojos. Vuelva al Sacoa que prefiera, o al Game Boy, o a la consola en la que todavía juega al Tetris, tal vez potenciando sus funciones cognitivas aún sin saberlo. Aunque esté frente a un juego individual, sepa que no está solo delante de todas esas piezas que caen al ritmo de esa melodía inolvidable basada en la canción popular rusa Korobeiniki.
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