
Viajar desde Tierra del Fuego al resto del país se ha vuelto una odisea para sus habitantes, que históricamente dependen exclusivamente del transporte aéreo para conectarse con la Argentina continental. A este escenario estructural se suma el impacto de la inflación y la fuerte suba de tarifas, que hoy colocan a los pasajes aéreos en valores prácticamente inaccesibles.
Una simple búsqueda en la web oficial de Aerolíneas Argentinas muestra que, en fechas de fin de semana, volar desde Ushuaia a Buenos Aires puede costar entre $273.000 y $433.000 por tramo, lo que implica superar los $700.000 ida y vuelta. Estas cifras convierten en un privilegio lo que debería ser un servicio básico y estratégico para una provincia insular.
En 2023, Aerolíneas había implementado una tarifa diferencial destinada a los fueguinos, que ofrecía alrededor de un 30% de descuento para vuelos desde Ushuaia o Río Grande hacia Buenos Aires. Sin embargo, esa política no solo tenía restricciones —como la compra anticipada de 21 días, una estadía mínima de tres días y la obligación de regresar a Tierra del Fuego— sino que hoy no está claro si sigue vigente.
Mientras tanto, desde diversos sectores políticos y sociales se insiste en la necesidad de que Tierra del Fuego sea reconocida legalmente como una provincia aerodependiente. Esta definición permitiría que el Estado garantice la conectividad permanente y accesible de las ciudades fueguinas con el continente, asegurando tarifas diferenciales para residentes.
Entre las iniciativas que se han impulsado destaca el proyecto presentado por el senador nacional Pablo Blanco en 2024, que busca formalizar este derecho y establecer mecanismos concretos para que los fueguinos no queden aislados o condenados a pagar tarifas inaccesibles cada vez que necesiten salir de la isla.
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