
Jorge “Beto” Altieri, veterano del conflicto de Malvinas, vivió un calvario de años para obtener un par de audífonos a través del PAMI, la obra social que asiste a los excombatientes. Afectado por graves secuelas físicas tras ser herido en combate, su pedido enfrentó interminables demoras burocráticas. Sin embargo, la ayuda llegó desde el exterior, gracias a la solidaridad de otro veterano de guerra.
La guerra que nunca terminó
En junio de 1982, Altieri casi pierde la vida en Monte Longdon, uno de los últimos combates de la guerra de Malvinas. Un proyectil de mortero lo alcanzó, y su casco evitó una tragedia mayor. Las secuelas fueron devastadoras: pérdida de audición, parálisis parcial en brazos y piernas, y la pérdida de su ojo izquierdo.
A pesar de las heridas físicas y emocionales, Altieri, quien vive en San Vicente, ha intentado reconstruir su vida. Sin embargo, las dificultades no cesaron. Antes de la pandemia, inició el trámite para renovar sus audífonos en el PAMI. A lo largo de años de gestiones, enfrentó respuestas evasivas, retrasos por falta de presupuesto y obstáculos administrativos. Finalmente, dos meses atrás, recibió los dispositivos.
Un gesto solidario desde el extranjero
En medio de su lucha, Altieri acudió a la Federación de Veteranos de Guerra “2 de Abril”, que se contactó con la fundación internacional “You Served, We Care”, liderada por Esteban Manuel Blis, un veterano panameño del ejército de los Estados Unidos.
Blis, herido en Afganistán en 2010, supo de la situación de Altieri y, con una audiometría en mano, gestionó la donación de audífonos a través del doctor Neil Riordan. En tres meses, Altieri recibió el equipo donado en un acto realizado en la sede de la Federación de Veteranos.
“Lo que en nuestro país tardó años, desde antes de la pandemia, se resolvió en meses gracias a un veterano extranjero. Lamentablemente, solo entre nosotros nos estamos ayudando”, reflexionó Altieri.
La lucha por más derechos para los veteranos
Altieri asegura que la burocracia y los requisitos cada vez más estrictos desmoralizan a los veteranos. “Cada vez somos menos y nos piden más papeles para medicamentos o estudios. Esto nos tira la moral abajo”, afirmó.
En el último desfile, tuvo la oportunidad de saludar al presidente Javier Milei y a la vicepresidenta Victoria Villarruel, a quienes pidió que atendieran las necesidades de sus compañeros. “El gobierno debe conocer la realidad de quienes combatimos en las islas”, insistió.
Ramón López, presidente de la Federación de Veteranos, destacó la importancia del vínculo con la fundación de Blis. “Estamos trabajando para traer sillas de ruedas y camas ortopédicas, y soñamos con un geriátrico para veteranos. La solidaridad es clave”.
Malvinas, una herida siempre abierta
Altieri vive todos los días con las marcas de la guerra. “Cuando me miro al espejo, veo Malvinas”, confiesa. Su casco, que lo salvó de la muerte, lo acompaña como un símbolo de su resistencia. Después de haber estado en manos de un coleccionista británico, lo recuperó 37 años después, un recordatorio permanente de cómo su vida cambió en ese monte.
Hoy, gracias a la ayuda internacional y al PAMI, Altieri tiene los audífonos que mejoran su calidad de vida. Pero su historia pone en evidencia las largas batallas que aún enfrentan los héroes de Malvinas en tiempos de paz.
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