El Chagas se transmite a las personas a través de una especie de chinche conocida como vinchuca. La transmisión ocurre cuando este insecto defeca en la piel de una persona, lleva a que esta se rasque y permita así la entrada del parásito Trypanosoma cruzi, causante de la enfermedad.
La única forma en que se puede contagiar de persona a persona es a través de transfusiones de sangre, trasplante de órganos, o de una madre a su feto. Otra vía puede ser el consumo de alimentos y bebidas contaminadas con las heces de la vinchuca.
Si bien el Chagas es casi totalmente curable si se trata en las etapas iniciales con medicamentos, el principal problema con esta enfermedad es que muchos desconocen estar infectados durante la etapa en que deberían ser tratados, ya que los 2 a 3 primeros meses son asintomáticos.
A la vez, los fármacos utilizados en su tratamiento tienen importantes efectos secundarios en la salud de los pacientes.
Por esta razón la relevancia del trabajo de la UBA en una vacuna de última generación, de bajo coste y fácil administración. Es aplicada sin agujas, sólo por un spray nasal similar al que se utiliza para la congestión nasal o para problemas de rinitis.
“Luego de años de trabajar en la identificación de una vacuna”, afirma Malchiodi. Y agrega: “Logramos desarrollar un antígeno vacunal por ingeniería genética a partir de porciones de tres proteínas del parásito, que resultan importantes para infectar y penetrar en las células humanas. Este antígeno quimérico, que llamamos Traspaína, en combinación con un adyuvante de última generación, demostró ser protectivo contra la infección por Trypanosoma cruzi".
Una quimera genética
La vacuna Cruzivax, no sólo podrá utilizarse como prevención, sino también de forma terapéutica, para aquellos que ya están infectados, a fin de modular la respuesta inmune y proteger de la enfermedad, tanto en solitario, como en combinación con una de las drogas utilizadas normalmente en los tratamientos, el Benznidazol.
Ya se han pasado las pruebas en ratones, perros y primates no humanos, así como los estudios de producción de los componentes para que se puedan administrar a humanos.
También los estudios de seguridad y toxicidad, y formulación de la vacuna para administración nasal. Todo esto se presentará en las agencias regulatorias para obtener autorización del estudio de fase I en humanos con el fin de evaluar la seguridad y la dosis.
“Nos aprovechamos del sistema inmune de mucosas, que puede generar una respuesta inmune importante que luego se hace sistémica”, explicó Malchiodi. “Es decir, aparecen los anticuerpos en la mucosa nasal, y luego en el torrente sanguíneo. Es lo que se conoce como recirculación linfocitaria entre todas las mucosas”.
Al mismo tiempo que avanzan en esta vacuna, el equipo de Malchiodi ha colaborado con la lucha contra COVID-19, y están trabajando en otras dos vacunas, una para la fiebre amarilla y otra para la leishmaniasis, dos enfermedades también producidas por parásitos
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