
La Antártida se ha convertido en el escenario de una creciente disputa geopolítica, donde Reino Unido busca afianzar su presencia mientras Argentina apuesta por su cercanía estratégica y el desarrollo de infraestructura clave en Ushuaia.
Un reciente informe en medios británicos destacó el potencial energético de la región, señalando sus vastos depósitos de hidrocarburos como una posible "salvación" para la economía británica. Esta visión refuerza el interés del Reino Unido en preservar su influencia en el territorio antártico, a través de sus bases en las Islas Malvinas, situadas a 1.200 kilómetros de la península antártica.
El Reino Unido y su estrategia en la Antártida
Para el Reino Unido, la Antártida no solo es un área de investigación científica, sino también un punto clave en su estrategia energética a futuro. La base militar y científica en Malvinas es un centro de operaciones logísticas fundamental, lo que otorga a Londres una ventaja geoestratégica en la región.
En un contexto de incertidumbre económica y energética global, el acceso a nuevos recursos naturales es una prioridad. Mientras el Tratado Antártico de 1959 mantiene suspendidas las reclamaciones territoriales y prohíbe la explotación económica de la región, la presión por un posible cambio en este régimen ha comenzado a tomar fuerza en ciertos sectores políticos británicos.
Argentina refuerza su presencia en la región
Argentina, por su parte, cuenta con una de las infraestructuras antárticas más sólidas, operando bases permanentes desde 1904. En abril de 2024, el presidente Javier Milei reafirmó su compromiso con el desarrollo de la Base Naval Integrada en Ushuaia, un proyecto que apunta a consolidar la ciudad como Polo Logístico Antártico.
Este complejo, ubicado estratégicamente en la península de Ushuaia, permitirá apoyo logístico a buques científicos y comerciales, además de fortalecer el control argentino sobre el tráfico marítimo en el Atlántico Sur.
Según explicó el mandatario en su visita a Ushuaia, la infraestructura permitirá que buques nacionales e internacionales realicen reabastecimiento y reparaciones, consolidando el rol de Argentina como principal puerta de entrada al continente antártico.
Un escenario de creciente tensión
A medida que crece la competencia por los recursos naturales, los riesgos de militarización y explotación de la Antártida se convierten en una preocupación global. Si las potencias comienzan a priorizar sus intereses económicos y estratégicos sobre el consenso internacional, el Tratado Antártico podría enfrentar un futuro incierto.
La disputa por el control del territorio helado no solo define el mapa geopolítico del siglo XXI, sino que también podría redefinir el equilibrio de poder en la región, con implicancias tanto para la cooperación internacional como para posibles conflictos por la soberanía y los recursos naturales.
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