La industria hotelera se recupera del golpe de la pandemia y vive un renacer con el surgimiento de nuevos desarrollos y la ampliación de los que ya funcionan para atraer más huéspedes. Pero la reactivación enfrenta una traba: el crecimiento de los alquileres temporarios, que les sacan cada vez más clientes.
Por el auge de esta modalidad dolarizada, cayeron un 40% las reservas de habitaciones de hoteles en lo que va de 2023, según cálculos del sector. De acuerdo a los últimos datos de la Asociación de Hoteles de Turismo de la Argentina (AHT) recogidos en las plataformas Airbnb y Expedia, la Ciudad de Buenos Aires registró en mayo más de 20.000 alojamientos turísticos temporarios, de los cuales solo 423 estaban registrados. La mayoría se encuentran en Recoleta y Palermo.
Representan el 2% de la oferta total. Pero en otros puntos del país, el porcentaje es superior. En otros destinos turísticos de moda como Mendoza y El Calafate, alcanza al 5% y el 7%, respectivamente. En Salta, llega al 35%. Esta cifra se logró gracias a que la ciudad fue una de las primeras en iniciar acciones contra Airbnb y prohibir la comercialización de servicios que no están en regla. Similar proporción se da en Tierra del Fuego. En esa provincia, Ushuaia presentó denuncias contra Booking.
La AHT y otras entidades presionan para que el Gobierno refuerce los controles y se regule la actividad, al tiempo que advierten que se convirtió en una amenaza para el sector. Al no estar registrados, los alquileres temporarios no formales se ahorran el pago de impuestos y obligaciones que tienen que certificar hoteles por los requisitos normativos y las condiciones de seguridad que se les imponen. Así, aseguran que la competencia es desleal.
"Hay plazas en las que creció fuerte el turismo, pero a un ritmo más lento que las inversiones en hoteles, que se piensan a un mediano o largo plazo. A la par, subió la informalidad de los alquileres temporarios", señaló Gabriela Ferrucci, presidenta de la AHT, y remarcó el rol del sector como empleador: "Generamos más puestos de trabajo, directos e indirectos, que industrias como la automotriz y metalmecánica".
Según la entidad que nuclea a complejos de cuatro y cinco estrellas, en Capital Federal la hotelería creció un 8% entre 2016 y 2022, mientras que los alquileres temporarios tuvieron un alza del 124% en ese mismo periodo, teniendo en cuenta la oferta de cuartos disponibles. "En donde hay legislación, pedimos que se haga cumplir. Y en donde no, que se regule", explicó Ferrucci, quien asumió en el cargo de la AHT en mayo y se encuentra al mando de Regente Palace, negocio familiar que fundaron su padre y tíos hace 40 años en el microcentro porteño.
En algunos corredores, como el oeste y norte de la provincia de Buenos Aires, hoteles emblemáticos de zonas como Pilar y Escobar perdieron mercado a causa de esta situación. Son los que además de recibir familias y parejas en viajes de esparcimiento, viven del turismo corporativo.
"Se combinan varios factores. Por un lado, la ley de alquileres no ayuda. Tampoco la tendencia creciente -no solo en el país, sino en todo el mundo- de cobrar en dólares a los huéspedes por la intención de obtener una rentabilidad mayor", explicó la titular de la entidad, y agregó que la hotelería estuvo prohibida en la pandemia, mientras que los alquileres temporarios operaron sin restricciones, al no estar regulados, lo que pone al sector hotelero en desventaja.
Al respecto, la cámara denunció que existe un lobby por los intereses de grandes grupos de desarrolladores y constructoras, que ya piensan, desde su concepción, en edificios exclusivos para esta finalidad. "Un anfitrión es dueño de hasta cinco inmuebles. En la Ciudad, el 30% son multipropietarios", sostuvo Franco Di Pasquo, director ejecutivo de la AHT.
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