Un alarmante informe de médicos y la Universidad Popular Barrios de Pie, que será elevado al presidente, asegura que en el 58% de las familias que asisten a comedores se sirven porciones más chicas, y en el 87% de las familias hay angustia porque los alimentos se acabarán en su hogar por falta de recursos. “Si un infante tiene hambre, las conexiones interneuronales no terminarán de conformarse y tendrá retrasos para toda la vida”.
“Son los invisibles. Sólo aparecen en las estadísticas de muerte y enfermedad, y en la de menor talla que tienen los chicos pobres. Si un infante tiene hambre, las conexiones interneuronales no terminarán de conformarse y tendrá retrasos para toda la vida. Será también vulnerable a enfermedades que resistiría normalmente y pueden matarlo”. La definición es del sociólogo Bernardo Klikberg y se aplica a la perfección a lo que sucede en los barrios más vulnerables de la Argentina.
Así lo revela un informe elaborado por la Universidad Popular, que en los próximos días estará en los despachos del presidente Alberto Fernández y de la ministra de Desarrollo Social, Victoria Tolosa Paz. El estudio revela que uno de cada cuatro niños “dejó de recibir alguna de las comidas diarias” y que en el 87% de las familias hay angustia porque los alimentos se acabarán en su hogar por falta de recursos.
El trabajo consta de quince carillas, diez gráficos y se titula “Emergencia alimentaria: análisis de situación de los barrios”. Fue realizado en quince provincias y se auscultaron 2.381 familias que asisten a los comedores y merenderos de los asentamientos más vulnerables que dependen del movimiento Somos Barrios de Pie, cuyo coordinador nacional es Daniel Menéndez.
Los resultados alarman: más de la mitad de las familias solo se alimentan con cortes de carne con alto contenido graso; en el 58% de los hogares se sirven porciones más chicas; en el 46% de los casos por lo menos un adulto dejó de recibir alguna de las comidas diarias por falta de recursos; mientras que eso se replica para los niños y niñas en el 23% de los hogares, prácticamente uno de cada cuatro; el 87% de las familias refirió preocupación porque los alimentos se acabarán en su hogar por falta de recursos.
Infobae accedió de manera exclusiva al detallado trabajo de campo coordinado por Marcos Caviglia, médico especialista en medicina general y familiar. El censo, que en una segunda fase se completará con la talla y peso de los menores de 15 años que asisten a los espacios comunitarios, se realizó entre agosto y septiembre pasado e intervinieron las y los promotores del área de trabajo “salud colectiva” y los equipos técnicos de la Universidad Popular Barrios de Pie.
“El relevamiento evidencia el preocupante impacto que tiene el proceso inflacionario actual sobre la alimentación de las familias más humildes”, le dice a este medio Norma Morales, secretaria adjunta de la Unión de Trabajadores de Economía Popular y dirigente de Barrios de Pie, una de las organizaciones sociales que forma parte del Frente de Todos junto al Movimiento Evita.
El diagnóstico al que llegaron los profesionales es una radiografía de la sociedad más profunda de los sectores postergados, de los “invisibles” descriptos por Klikberg, quien estudió el flagelo de la pobreza en la Argentina y en el mundo.
Para el doctor Caviglia, la deficiencia alimentaria en los sectores más postergados de la población “produce una situación de malnutrición, muchas veces por exceso de peso asociada a desnutrición de micronutrientes”. Y agregó: “Este tipo de malnutrición afecta fuertemente el desarrollo de nuestros niños, poniendo en riesgo su crecimiento físico y su desarrollo neurológico, especialmente en las edades más tempranas. Pero además está fuertemente asociado en todas las edades a bajas en las defensas con más propensión a infecciones graves, problemas respiratorios y a enfermedades crónicas como hipertensión arterial, diabetes, colesterol alto y patologías cardiovasculares, los principales problemas de salud pública hoy en día”.
El médico es contundente en su diagnóstico: “Esto genera que los niños más humildes tengan menos posibilidades de desarrollarse y salir adelante, siendo un factor que impacta en la reproducción de la pobreza”.
En censo revela que solo el 17% de las familias comen carnes o huevo una vez al día como recomienda el Ministerio de Salud de la Nación, o sea que el 83% de las familias tienen un aporte proteico menor a lo necesario y que el 30% de las familias consumen estos alimentos solo una vez por semana o menos.
El consumo diario de verduras alcanza solo al 14% de las familias, mientras que el 44% las consume una vez a la semana o menos. Con las frutas sucede algo similar: solo en el 19% de los hogares se consume una vez por día, mientras que el 37% las consume 1 o menos veces a la semana.
Al analizar los lácteos que consumen las familias más vulnerables que asisten a los comedores y merenderos de Somos Barrios de Pie en Buenos Aires, CABA, Catamarca, Chaco, Córdoba, Corrientes, Jujuy, La Rioja, Mendoza, Misiones, Salta, Santa Fe, Santiago del Estero, Tucumán y Tierra del Fuego el trabajo destaca: “Solo el 25% los consume diariamente, en tanto que el 32% de las familias lo hicieron uno o menos veces por semana”.
“Desde el Movimiento Barrios de Pie hemos registrado altos índices de inseguridad alimentaria en la población que se estudió. Estos valores no solo expresan la preocupación por la alimentación de nuestros barrios, sino que evidencian la responsabilidad social de los sectores concentrados que condicionan nuestra economía e imponen malos hábitos de consumos alimenticios en la población, y por ende en su salud nutricional”, opina la dirigente de la UTEP.
Consumo de bajos nutrientes
Uno de los puntos salientes del trabajo es la comparación entre las familias humildes que perciben la Asignación Universal por Hijo (AUH) solamente contra aquellas que perciben AUH y Prestación Alimentar.
El documento destaca que en esos casos “se evidencia el efecto protector de esta política en muchas de las variables, incluyendo la cantidad de familias que consumen cantidades mínimas de nutrientes esenciales, el porcentaje de familias que debió reducir los consumos de estos y la inseguridad alimentaria”.
Cuando se indaga sobre variaciones en el consumo durante el último año para carnes, frutas, verduras y lácteos, que son nutrientes esenciales, los datos indican que las familias disminuyeron el consumo de carnes el 54%, de frutas el 49%, de verduras el 43% y de lácteos el 44%.
Por el contrario, aumentó un 35% la ingesta de alimentos más económicos y rendidores, aunque nutricionalmente mucho menos convenientes ya que son ricos en hidratos de carbono como papa, batata, arroz y fideos.
Caviglia lo explica así: “Cuando preguntamos por las variaciones para cada grupo de alimentos en el último año, nos encontramos que tanto para carnes, frutas y verduras la mayoría de las familias tuvo que reducir su consumo. Al contrario, cuando vemos los alimentos ricos en hidratos de carbono complejos como fideos, arroz blanco, papa y batata, vemos que la mayoría de las familias incrementaron su consumo. El problema de este grupo de alimentos es que es alto en calorías (energía) pero bajo en nutrientes esenciales como aminoácidos, vitaminas y minerales”.
Contexto socio económico
Norma Morales detalló que el informe que ella misma le entregará a la ministra de Desarrollo Social, “se sitúa en un contexto de un crecimiento de la economía de 10,4% en 2021 y que superaba el 7% solamente durante la primera mitad de 2022″. Pero también recuerda que: “Si analizamos los datos de pobreza del primer semestre de 2022, vemos que el 36,5% de la población argentina es pobre. Hubo una mínima reducción de 0,8% respecto al segundo semestre 2021 en este contexto de crecimiento económico. En tanto, la indigencia se ubica hoy en el 8,8%, incluso aumentando un 0,6% respecto al año pasado según los datos del INDEC”.
Según ese mismo organismo, las niñas y niños de entre los 0 y los 17 años la pobreza alcanza al 51,5% global, pero si se lo desmenuza por grupos etarios, explica la secretaria adjunta de la UTEP “nos encontramos que es de 47,5% entre los 0 y los 5 años, de 52,7% de los 6 a los 11 años y de 53,4% entre los 12 y 17 años”. Un panorama alarmante y debe ser atendido de manera urgente e integral.
—¿Cómo se aborda, desde el Estado, el grave problema que detectó la Universidad Popular Barrios de Pie?, le preguntó este medio a Morales.
—Con el informe en la mano, le vamos a pedir al Presidente que es imprescindible y urgente una prórroga de la Ley de Emergencia Alimentaria, sustento de la Prestación Alimentar y los refuerzos de alimentos a los espacios comunitarios. Hoy más que nunca esta política cumple un rol clave para garantizar un plato de alimento en la mesa de millones de familias. Pero también es necesario aumentar la cobertura a los mayores de 15 años y diseñar políticas específicas que aborden la situación de la juventud, principal víctima de la pobreza y la indigencia en nuestro país.
—No parece una tarea sencilla ni que se consiga de un momento para otro.
—Es fundamental revertir la fuerte transferencia de recursos que significa el aumento indiscriminado e injustificado del precio de los alimentos. Necesitamos aplicar herramientas existentes como la Ley de Abastecimiento y la Ley de Góndolas a fin de evitar las maniobras especulativas y la cartelización del sector alimentos. Es urgente un congelamiento de precios de los alimentos que amenazan, inflación mediante, en seguir aumentando los niveles de indigencia. Asimismo, necesitamos un aumento de suma fija para los trabajadores y trabajadoras y medidas que produzcan un shock distributivo para las familias en situación de indigencia. En nuestro país no debe existir ni una sola familia que no pueda poner un plato de comida arriba de la mesa o que no pueda acceder a los nutrientes elementales para una vida saludable.
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