La renovación parcial de la Cámara Alta, prevista para el año próximo, coloca al peronismo frente a un reto complejo: de las 24 bancas en disputa, 13 pertenecen actualmente a senadores propios o aliados, surgidos en su mayoría de la oleada electoral favorable de 2019. La necesidad de replantear estrategias, tejer alianzas en distintos territorios y consolidar un camino común fue uno de los puntos centrales abordados recientemente en una reunión del PJ bonaerense, donde estuvieron presentes importantes referentes nacionales y provinciales.
Ocho serán los distritos claves: la Ciudad de Buenos Aires, Entre Ríos, Chaco, Neuquén, Río Negro, Salta, Santiago del Estero y Tierra del Fuego. Actualmente, Unión por la Patria (UP) cuenta con 33 senadores entre sus dos bloques, Frente Nacional Popular y Unidad Ciudadana. La correlación de fuerzas, sin embargo, podría alterarse en función de las nuevas alianzas, el rol de los provincialismos y las presiones internas.
En algunos casos, las incógnitas se originan en el rompimiento de viejos pactos territoriales. Por ejemplo, provincias como Río Negro y Salta, con gobiernos de perfil localista hasta hace poco cercanos a la coalición oficialista, ahora muestran distancia tras el ascenso de Javier Milei. Este escenario complica la construcción de acuerdos y condiciona las definiciones finales, que se verán atravesadas por las lógicas propias de cada jurisdicción.
Otro foco de tensión surge con el manejo interno del PJ en varios distritos. En Entre Ríos, el caso del senador Edgardo Kueider, expulsado del partido tras su detención en Paraguay con divisas no declaradas, encendió las alarmas. El peronismo entrerriano busca además arrebatárle la banca en el Senado, mientras intenta recomponer su imagen ante la ciudadanía. Por su parte, en Santa Fe, el exgobernador Omar Perotti desestimó la postura orgánica justicialista y apoyó una reforma constitucional impulsada por el gobernador Maximiliano Pullaro, provocando un sismo interno que el partido debe analizar con urgencia.
En el extremo sur del país, la situación de Tierra del Fuego ilustra otro tipo de dilema. El gobernador Gustavo Melella, proveniente de FORJA, un espacio cercano pero no orgánico al PJ, necesitará fortalecer sus vínculos con el peronismo nacional para incrementar su influencia. Mientras tanto, en Santiago del Estero, el gobernador Gerardo Zamora, también ajeno al PJ tradicional pero articulado con el oficialismo, continúa su propio juego político de cara a los próximos comicios.
El factor Milei, cuyo triunfo a nivel nacional sacudió el tablero, agrega incertidumbre. En distritos como Río Negro, la posibilidad de alianzas entre libertarios y el PRO podría minar las aspiraciones peronistas. En Salta, en tanto, el gobernador Gustavo Sáenz, con origen peronista pero perfil propio, mantiene en vilo la definición de a quién apoyará en las próximas elecciones y bajo qué condiciones.
En este contexto, las candidaturas concretas y las estrategias definitivas para la renovación de los escaños en el Senado se definirán recién en 2024, tal vez incluso más cerca de la contienda, entre abril y mayo. Mientras tanto, el peronismo transita un tiempo de replanteos, en el que el peso de las dinámicas locales y las nuevas configuraciones políticas resultan determinantes. En la búsqueda de una hoja de ruta unificada, la clave pasará por la capacidad de adaptación, el armado inteligente de alianzas y la definición de liderazgos sólidos para afrontar un 2025 lleno de interrogantes.
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