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"El Organismo Psicoasistencial para el Personal penitenciario dejó de existir y es realmente lamentable"

En los últimos días, la comunidad de Río Grande se ha visto conmocionada por el fallecimiento de un joven penitenciario, un hecho que reabre el debate sobre la salud mental dentro del Servicio Penitenciario de Tierra del Fuego. Ante esta situación, una exintegrante del organismo psicoasistencial para el personal penitenciario, Lic. Itatí Antinori, brindó su testimonio sobre la necesidad de fortalecer el acompañamiento psicológico en la institución.

“Es importante hablar del tema desde una perspectiva constructiva, sin apuntar a nadie. El suicidio es multicausal y no hay un solo factor que lo desencadene. No voy a referirme al caso puntual por respeto, pero sí quiero generar conciencia para que no vuelva a ocurrir”, expresó.

Uno de los puntos centrales de su testimonio fue la necesidad de desmitificar la idea de que hablar de suicidio puede generar más casos. “Está bien hablar del tema, ponerlo en palabras. Muchas veces en las fuerzas de seguridad se impone un rol social donde pedir ayuda es visto como una debilidad, cuando en realidad es una herramienta de fortaleza”, señaló.

Además, destacó que la violencia de género no solo afecta a las mujeres, sino que también impacta en los hombres a través de los estereotipos que los fuerzan a reprimir sus emociones. “Las mujeres solemos compartir más nuestras preocupaciones, mientras que los hombres se guardan mucho. Es fundamental abrir estos espacios de diálogo, ya sea con compañeros, seres queridos o profesionales”, enfatizó.

La exintegrante del organismo psicoasistencial lamentó que el área de asistencia psicológica para el personal penitenciario haya sido desactivada. “En su momento existía un espacio para la contención, pero hoy no hay psicólogos destinados exclusivamente a asistir al personal. Los penitenciarios tienen derecho a la salud, y si la institución no les brinda asistencia, deben recurrir por su cuenta a los CAPs municipales, servicios gubernamentales o consultas particulares”, explicó.

El desgaste emocional y físico de los trabajadores del Servicio Penitenciario es una realidad preocupante. “El recargo laboral, la falta de personal, las condiciones de trabajo extremas y la exposición constante a la violencia afectan profundamente la salud de los penitenciarios. Muchos sufren problemas gastrointestinales, insomnio, parálisis facial parcial y otras enfermedades asociadas al estrés”, advirtió.

También destacó el papel fundamental que juegan los líderes dentro de la institución. “Existen oficiales comprometidos que organizan actividades recreativas para fortalecer lazos entre los compañeros, pero estas iniciativas surgen a pulmón. No hay una política institucional que los respalde ni un presupuesto destinado a la capacitación en salud mental”, remarcó.

Ante la falta de asistencia psicológica, muchos penitenciarios optan por renunciar, mientras que otros permanecen en sus puestos sin apoyo emocional ni herramientas para afrontar las dificultades del trabajo. “Es fundamental que la institución comprenda la importancia de ver al personal como personas, no como simples recursos humanos. La salud mental debe ser prioridad”, concluyó.

Este testimonio pone sobre la mesa una problemática que exige respuestas inmediatas. La reactivación del organismo psicoasistencial y la implementación de políticas de salud mental dentro del Servicio Penitenciario son medidas urgentes para garantizar el bienestar de quienes día a día cumplen con una labor de alto impacto emocional y físico.

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