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La anorexia nerviosa es un trastorno de la conducta alimentaria que se va incrementando cada vez más en niños y jóvenes. Por tal motivo, especialistas hacen hincapié en focalizar dicha problemática y apuntan a concientizar.
En ese marco, el profesor Stephan Bender, de la Clínica Universitaria de Colonia, Alemania, donde dirige el departamento de Psiquiatría, Psicosomática y Psicoterapia de Niños y Adolescentes, comentó a DPA que “vemos un claro aumento global. Tenemos aproximadamente el doble de pacientes mujeres con anorexia nerviosa que antes de la pandemia de covid”.
Asimismo, afirman que son las niñas las que en gran medida se enferman de un trastorno alimentario. Hay algunas con diagnósticos iníciales, pero también pacientes que han sufrido una recaída durante los dos primeros años del covid.
Sobre ese punto, la profesora Beate Herpertz-Dahlmann, de la Clínica Universitaria de la RWTH de Aquisgrán, donde es directora del departamento de Psiquiatría, Psicosomática y Psicoterapia de Niños y Adolescentes, apuntó: “también nos preocupa que entre los niños, o sea en el grupo de los menores de 14 años, haya un aumento especialmente claro de los casos”.
Anorexia nerviosa: ¿Quiénes tienden a desarrollarla?
“Cuando un niño o joven sufre de anorexia nerviosa, eso no se remite a una única causa, sino a una conjunción de diversos factores”, advirtió Herpertz-Dahlmann. Por ejemplo, puede haber una predisposición genética que haga más probable el desarrollo de la anorexia a lo largo de la vida. Es decir, si uno de los padres padece un trastorno alimentario, el riesgo también aumenta en los hijos.
El carácter también desempeña un papel preponderante: “A menudo, los afectados son especialmente disciplinados y perfeccionistas”, comentó Stephan Bender. “Frecuentemente basan su autoestima en un buen rendimiento escolar y menos en sus contactos sociales”, añadió.
El control es un gran tema para los anoréxicos. Tener bajo su completo dominio su propio peso puede transmitirles una sensación de seguridad. Y esto justamente gana importancia en tiempos en los cuales otras áreas de la vida quedan fuera del propio control.
Anorexia nerviosa en niños y jóvenes: qué pueden hacer los padres
Asimismo juegan un rol los ideales de belleza, ya sea en las redes sociales o en el patio de la escuela. Quien observe permanentemente que los cuerpos esbeltos son admirados y que los que tienen sobrepeso son objeto de burla, lo internalizan.
Señales de alarma que deberían tomar en serio los padres
Los padres deben prestar atención a si el niño o niña pierde peso de golpe. Para poder evaluar mejor la situación, pueden utilizar calculadoras especiales de índices de masa corporal que se encuentran en internet. Si los progenitores notan que a sus hijas mujeres no les viene la menstruación, esto también puede ser una señal de que el cuerpo está falto de alimentación.
“Me veo terriblemente con mis piernas gordas”. Si se pronuncian este tipo de frases, por ejemplo, delante de un espejo, los padres deberán tomarlo en serio. “También conflictos en torno a la alimentación son una señal de que algo ahí anda mal”, comentó Bender. “Y, naturalmente, cuando se estrechan los intereses del niño o niña, cuando ya no cuida sus hobbies ni sus amistades, sino que todo gira en torno a la comida”, añadió.
En general, si se produce un cambio fundamental en la conducta, sobre todo en la alimentaria, los padres deberán permanecer atentos.
Qué hacer ante un hijo con anorexia nerviosa
En un comienzo, muchos anoréxicos y anoréxicas no quieren saber nada de la necesidad de recibir ayuda. A diferencia de otras enfermedades de la psiquis, el inicio del sufrimiento en la anorexia nerviosa es tardío, explicó el especialista. En el primer tiempo, los afectados se sienten fuertes y poderosos por sus supuestos éxitos en las dietas.
Esto suele ser incomprensible para los padres y se debe a que la anorexia va acompañada de un trastorno dismórfico corporal: los afectados tienen una visión distorsionada de su propio físico y sienten, a pesar de los huesos que ya sobresalen, que están demasiado gordos.
Pese a toda la desorientación y la impotencia, “los padres no deben en absoluto callar sobre el tema. La posibilidad de superar la enfermedad es mayor si se la trata lo más temprano posible”, indicó Herpertz-Dahlmann.
Normalmente, el camino comienza en el consultorio del pediatra. Él podrá derivar a la familia a un psicoterapeuta o psiquiatra especializado en niños y jóvenes.
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