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Pero la cuestión no sólo se circunscribe al desempleo o la falta de educación -que por supuesto son los problemas principales a superar- sino que los jóvenes preparados y mucho más aptos que los adultos para trabajar con las nuevas tecnologías tienen frente a sí un desafío: justamente por saber tanto del tema tienen la certeza de que ese nuevo mundo laboral inevitablemente les escamoteará puestos de tarea a manos de la robótica y la inteligencia artificial.
A nivel mundial, el empleo juvenil (de los 15 a los 24 años de edad) cayó 8,7 % en 2020 en plena pandemia, en comparación con 3,7 % de los adultos, de acuerdo con cifras de la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Y dentro del sector afectado, las mujeres sufrieron aún más la pérdida de fuentes de trabajo.
Según cifras de la ONU, a nivel mundial uno de cada cinco jóvenes no tiene empleo ni educación o formación, y tres de cada cuatro son mujeres. La brecha es aún mayor en regiones como Asia Meridional y los Estados Árabes, donde las normas sociales y culturales impiden a las mujeres cursar estudios o trabajar fuera de su hogar.
El origen de la crisis, obviamente, está en la diferencia de oportunidades socioeconómicas de acceso a una educación que permita a las y los adolescentes entrar al mercado laboral.
"Los sistemas de educación y formación deberán responder a este desafío", dice la ONU en su página web al volcar las últimas estadísticas acerca de los "ninis", que ni estudian ni trabajan, y que representan el 20% de la franja juvenil, según mediciones oficiales.
"En 2016 había 259 millones de jóvenes clasificados como ninis, un número que aumentó a una cifra aproximada de 267 millones en 2019, y se proyecta que continúe subiendo a alrededor de 273 millones en 2021", afirma.
El panorama es menos decepcionante pero igualmente preocupa si se analiza una amplia franja de jóvenes que sí tienen trabajo, pero cuya remuneración no alcanza a cubrir sus necesidades básicas.
El último reporte de la OIT al respecto dice que de los 429 millones de trabajadores jóvenes en todo el mundo, unos 55 millones -13%- viven en condiciones de extrema pobreza, con ingresos inferiores a 1,90 dólares al día, mientras que 71 millones -17%- están en situación de pobreza moderada, con ingresos inferiores a 3,20 dólares diarios.
Al menos, al ponerse la atención en este rubro surge un dato alentador: la pobreza extrema entre los trabajadores jóvenes disminuyó aproximadamente 20 puntos porcentuales entre 1999 y 2019 en todo el mundo.
Claro que esta mejora no es uniforme: sigue siendo sumamente alta la pobreza extrema en jóvenes en ciertas partes del mundo, en especial en África Subsahariana y los Estados Árabes.
De los 429 millones de trabajadores jóvenes en todo el mundo, unos 55 millones -13 %- viven en condiciones de extrema pobreza,ORGANIZACIÓN INTERNACIONAL DEL TRABAJO
En la misma proporción, si bien en todo el mundo la pobreza moderada de quienes tienen trabajo cayó en ocho puntos porcentuales en los primeros 19 años de este siglo, en Asia Meridional y en África Subsahariana se repite la ecuación: allí no hay mejora alguna, dice el trabajo "Tendencias mundiales del empleo juvenil 2020" de la OIT.
"La mala calidad de los empleos de muchos jóvenes se manifiesta en las condiciones de trabajo precarias, la falta de protección jurídica y social y las limitadas oportunidades de formación y de progresión profesional", añade el informe.
"La Cepal hace notar que, junto a las persistentes brechas estructurales, hay desigualdades en el desarrollo de capacidades y en el mundo laboral. Esas inequidades, que afectan especialmente a los y las jóvenes, requieren de respuesta si se desea avanzar en el camino de la sostenibilidad con igualdad", afirma.
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