Hoy se conmemora el Día Nacional del Médico Rural en homenaje al natalicio de Esteban Laureano Maradona en 1895. Este médico, naturalista y escritor santafesino renunció a todo tipo de honorario y premios materiales. Vivió en la humildad y se dedicó a sanar a las personas en situación de vulnerabilidad social, particularmente con las comunidades originarias del noreste argentino.
Obtuvo su título de médico en la Universidad de Buenos Aires en 1926, con diploma de honor. Durante sus estudios fue discípulo de Bernardo Houssay. Hacia 1930, se radicó en la localidad de Resistencia (Chaco), y hacia 1932 se alistó y trabajó como voluntario en el Hospital Naval de Asunción, durante la guerra del Chaco o “del petróleo”.
Durante más de 50 años, Esteban Laureano Maradona residió en Estanislao del Campo, una pequeña localidad de la provincia de Formosa, brindando ayuda y apoyo a las comunidades toba, mataco, mocoví y pilagá. Además, realizó grandes aportes al conocimiento de las colectividades del noreste argentino, estudió sus costumbres e incorporó a sus conocimientos los de la medicina tradicional aborigen.
Entre sus obras se destacan la construcción de una colonia para personas con lepra y también la fundación de la primera escuela bilingüe del país, un pequeño establecimiento educativo que, en Formosa, brindaba clases para integrantes de pueblos originarios, utilizando en parte su lengua madre. Además, escribió libros como “A través de la Selva”, “Recuerdos campesinos”, “Una planta providencial”, “Animales cuadrúpedos americanos”, “Aves”, “Historia de los obreros de las ciencias naturales”, “El problema de la lepra”, “Plantas cauchígenas”, entre otras obras.
El compromiso que Esteban Laureano Maradona asumió como profesional, la labor desinteresada y solidaria, la denuncia de la injusticia y la defensa y atención de los pueblos originarios, valen por sí solas para destacar al hombre que orientó su saber y su esfuerzo en quienes más necesitaban.
Falleció en la ciudad de Rosario el 14 de enero de 1995, a los 99 años. Será siempre recordado como el “Doctorcito Dios”, el “Doctor Cataplasma”, el “Doctorcito Esteban”, el “médico de los pobres”, como lo llamaban sus pacientes, con profunda devoción.
Compartinos tu opinión